Sigue la inquietud con la primera decisión que tomó el Presidente Electo López Obrador con el asunto del aeropuerto de Texcoco, con lo cual se hicieron agua grandes negocios de la élite que había decidido echar a andar esa gran empresa con la cual el régimen de Peña Nieto complacía a la plutocracia nacional e internacional asociada, con su mejor ofrenda al poder del dinero.
Como siempre, quienes deciden y primero se enteran del negocio que planean, más allá del puerto aéreo están los elementos que conforman el mega proyecto; centros comerciales, habitacionales, hoteles y restaurantes, bodegas, centros médicos, etc. para los cuales se avocaron a comprar las tierras aledañas, como usar a futuro las liberadas del actual aeropuerto con sus inversiones, que no sería malo sino no estuvieran hechos los de Texcoco a costa de la miseria de los ejidos y zonas deprimidas ya acaparadas por estos millonarios.
Al hablar abiertamente que desbaratar, para poner ejemplo, estos negocios de los poderosos, era fondo de no continuar con el NAICM, ha dado pie a entender la razón de la reacción de los círculos empresariales quienes han caído en la cuenta que es el primer paso de la transformación prometida: separar el poder económico del poder político que hasta antes de la elección tenían bajo control las grandes decisiones del país especialmente las legislativas a través de los partidos los cuales olvidándose de la representación del pueblo estaban a su servicio para hacer leyes ad hoc a sus intereses.
Lógica reacción y no la única, porque en un video López Obrador se ha referido al mecanismo llamado consolidación fiscal con el cual como muchos sabemos, 400 empresas super poderosas recobran los impuestos por cierto irrisorios de 1.5 que pagan contra el 30% que pagamos todos los mexicanos sobre todo cautivos, de nuestros raquíticos salarios, mancillando nuestra condición y vida ciudadana.
Algo parecido a lo señalado arriba sucedió en Coahuila cuando se descubrió el gas en la Cuenca de Burgos. Entonces poderosos empezaron a comprar tierras y mover sus influencias para modificar las leyes, especialmente la energética, para que fuera posible la explotación de particulares de las riquezas del subsuelo, mismos que hoy impulsan el fracking, vislumbrándose otro conflicto entre estos poderosos y Obrador.
