A. Martínez - El PSOE dio ayer el pistoletazo de salida al periodo electoral en ciernes con la presentación de sus candidatos autonómicos a las próximas elecciones. En un acto en la localidad madrileña de Fuenlabrada con marcado acento mitinero, los socialistas se rodearon de un millar de simpatizantes, de la práctica totalidad del Gobierno y de la Ejecutiva del PSOE para arropar a quienes aspiran a revalidar o alcanzar el poder en mayo de 2019. En el primer acto de partido en Madrid de Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno aprovechó para hacer balance de sus cinco meses de gestión y reivindicar la transición de la oposición al Gobierno que ansían algunos de los líderes territoriales.
Ante ellos, el jefe del Ejecutivo recordó como en la anterior reunión del Comité Federal, el pasado mes de mayo, reunió al máximo órgano entre congresos para solicitar su confianza para encarar la moción de censura. «Cuando tuvimos el debate no teníamos muy claro si iba a salir adelante», reconoció el propio Sánchez en alusión al fiasco que habían supuesto históricamente las mociones de censura. El presidente destacó que tras hacer el poder judicial «su trabajo» con la sentencia del «caso Gürtel», «el legislativo dio un paso al frente», pues la moción supuso un ejercicio de «higiene» y valentía. «En la vida como en la política no hay que mirar el coste o el beneficio, sino que hay que hacer lo que hay que hacer», resolvió.
«Me ponen las tareas difíciles»
Sánchez valoró estos primeros meses de Gobierno como un «cambio de época» que han permitido que «saliera la resignación y entrara la esperanza» y defendió el «sentido común» de su Ejecutivo, respecto a la «política pendenciera» de PP y Ciudadanos que solo busca «socavar la convivencia y la paz social». En la misma línea por la que lleva abogando desde hace semanas, el presidente acusó a estos partidos de haber confundido la «discrepancia con la crispación» y les acusó –al contrario del PSOE– de no tener proyecto, «porque la nueva política es acordar y no imponer» y «este Ejecutivo gobierna en coalición con la sociedad». Sánchez defendió que le encanta su labor como presidente del Gobierno porque «lo que nos pone –a los socialistas– es hacernos cargo de tareas difíciles y complicadas», dijo buscando la complicidad de los candidatos que aspiran a la reelección y a alcanzar el poder. Precisamente uno de los retos que tiene por delante el Ejecutivo socialista es la aprobación de los Presupuestos, una tarea ardua que cuenta, a priori, con la oposición de los independentistas lo que la aboca al fracaso. En este sentido, Sánchez anunció que, con independencia de los «irresponsables» que no le permiten sacar adelante las cuentas, el Gobierno aprobará vía real decreto el blindaje de las pensiones y su revalorización respecto al IPC. Este recurso a los reales decretos para aprobar las medidas recogidas en los PGE también se utilizará para el Salario Mínimo, la dependencia o los subsidios para mayores de 52 años.
Otra de las promesas que estaba en el tintero y que Sánchez anunció en plena polémica por el máster de Carmen Montón y su propio doctorado fue la reforma de la Constitución para eliminar los aforamientos. En su día se comprometió a darle la máxima prioridad y ayer concretó que antes de que acabe el mes, esta propuesta se aprobará en el Consejo de Ministros. Sánchez también defendió la decisión de su Ejecutivo esta semana para hacer que sea la banca y no los ciudadanos quienes paguen los impuestos vinculados a la escrituración de las hipotecas y resolvió que en 2019 no habrá un mausoleo en homenaje a Franco en España.