Novias que buscan un vestido de princesa de cuento, otras que quieren modelos más sexis, con colores rompedores, mujeres que quieren celebrar sus bodas de oro con el diseño que no pudieron costearse en su momento, prometidas que van juntas a buscar el traje de sus sueños e incluso chicas que quieren llegar al altar en zapatillas y con su perro. La búsqueda del vestido de novia ideal es un ritual que no pasa de moda, y menos si poniendo orden entre la lluvia de opiniones de madres, suegras y amigas está Boris Izaguirre. El presentador y showman se pone desde hoy (21.00 horas, Dkiss) al frente de «Sí, quiero ese vestido», la adaptación española del exitoso formato internacional «Say yes to the dress», presente en 180 países, que lleva más de una década ayudando a todo tipo de mujeres a vestirse el día de su boda.
«Es muy emocionante hacer feliz a alguien. Hay infinidad de sueños, y el traje de novia es un sueño para mucha gente, o para casi todas las novias», cuenta Boris Izaguirre en la pausa de una de las grabaciones del programa producido por Shine Iberia. El showman, ayudado por un equipo de expertos, comenzó en septiembre a recibir a mujeres de todo tipo y edad en el atelier creado por el programa en un céntrico piso en Madrid. Allí, además de dos vestidores y un salón donde se hace la prueba final con los familiares, hay un almacén con más de mil vestidos de firmas del grupo de Rosa Clará. Cada entrega ayuda a tres o cuatro futuras novias en esta búsqueda. Muchas acaban con final feliz (dándole un «sí quiero» al vestido), pero otras se van con las manos vacías, como en cualquier tienda real.
Entre plato y plato
«Me lo propusieron mientras grabábamos “MasterChef”, y me vino la idea a la cabeza de que cada traje de novia es una historia, porque es un día muy importante en su vida. Y vi que el programa tenía que seguir la historia alrededor de ese traje, y me pareció más bonito, como algo que se podría escribir, y eso me ha involucrado mucho más», confiesa Izaguirre, que ha aprendido mucho, como le ha ocurrido en “MasterChef”, donde ya es semifinalista. Aunque aquí, más que cortes y cocciones, ha aprendido de cortes y telas. Pero también de emociones. «Está ese momento irrepetible cuando un traje te conquista y esa emoción es verídica, por encima de lo que opine el resto. Es como lo que ocurre con las parejas, cuando sientes que es esa persona, te da igual lo que diga la gente».
El éxito de «MasterChef» y el estreno de «¡Sí quiero ese vestido!» han devuelto a la primera línea al que fuera la mano derecha de Sardá en «Crónicas marcianas» hace casi veinte años. Allí se hizo famoso por no tener ningún pudor en entregarse al espectáculo ni en quitarse la ropa. «En un momento determinado acepté una oferta de trabajo en la televisión hispana de Estados Unidos y ha sido una gran experiencia, pese a que muchos de mis amigos no les pareció lo correcto. Fue un sí quiero de cuatro años que me ha permitido enfocarme en mis defectos y mejorar mis virtudes naturales, esa capacidad mía para el humor, quitarle hierro a las cosas, tener un estupendo estado de ánimo... Todo eso forma parte de mi histrionismo. Ahora mando el mensaje de forma más correcta y directa. Luego “MasterChef” trajo algo que no podíamos imaginar, el tremendo éxito de esta edición, picos de audiencia que ni recordaba. Por eso estoy contento y agradecido. Uno piensa que los trenes pasan una sola vez, pero a veces pasan dos veces y lo importantes es saber subirse de nuevo a ese tren con otro tipo de equipaje. Igual la primera vez no te das cuenta de que estás ahí subido, pero en el segundo sí y eso es importante tenerlo en cuenta», reflexiona el también escritor venezolano, que ha demostrado que la intelectualidad y glamour también pueden ir de la mano.
El concurso, ese segundo tren hacia la fama, permite a las celebrities, explica Izaguirre, ser ellas mismas, «desnudarse» frente al espectador. «De repente te ven solo, indefenso, y eso la gente lo agradece. Arriesgar al final tiene su recompensa», plantea. ¿Cree que ha logrado cambiar esa imagen que tenía de él toda una generación? «Hay un momento determinado que tienes que saber adaptar lo que sabes a lo que te ofrecen. Por encima de mi carrera, lo que signifique para una generación, lo importante es que hagas algo que te guste y tenga un sentido, una orientación, y tanto este programa como “MasterChef” lo tienen», apunta Izaguirre.
Con tantos años a sus espaldas, de éxitos y de fracasos, ¿se arrepiente de algo que hizo o dejó de hacer? «Si a mí me dicen hace unos años que iba a estar sentado aquí no me lo creo. Estaba muy alejado, en un sitio complicado. Este año se cumplen veinte desde que aparecí por primera vez en “Crónicas marcianas”, en septiembre de 1998. Esa noche mi vida no volvió a ser la de antes. Es factible que en veinte años pienses: ¿en qué me equivoque aquí, qué fracasó allá, qué hizo a esto triunfar? Y está muy bien hacerse esas preguntas, pero lo maravilloso es cuando dejas de hacerlas y miras para delante y dejas de arrastrar ese equipaje. Tu experiencia es tu equipaje, pero ya no pesa tanto», zanja.