En 2019 se cumplirán treinta años de la muerte de Dalí. «Pese a que muchos agoreros vaticinaron que Dalí sin Dalí tendería a desvanecerse, que su obra y pensamiento sin el apoyo publicitario del personaje perdería importancia, hoy sigue de actualidad y se revaloriza», afirma Josep Playà Maset.
Con una biblioteca de más de cuatrocientos libros dalinianos y una larga lista de reportajes, no es la primera vez que este periodista gerundense –comisario del centenario del nacimiento de Dalí en 2004– aborda la vida y la obra del genio de Figueras. Lo hizo en «Dalí de l’Empordà», en «Camí de Púbol» (con Antoni Pitxot) y en «El enigma Dalí», coescrito con Màrius Carol. «Dalí esencial» (Librosdevanguardia), viene a sintetizar «la extensa y compleja biografía del pintor y los cambios que se han producido en torno a su obra, su museo y la vigencia de su legado».
Ahora y aquí, explica Playà, la revalorización de la «marca Dalí» se sustenta en una obra pictórica importante y cotizada, sobre todo en su etapa surrealista. En el palmarés de exposiciones más visitadas del Pompidou parisino las dos primeras –en torno a ochocientos mil visitantes– son de Dalí (1979 y 2012), por delante de Matisse, Kandinski, Koons o Hockney; lo mismo ocurre en el Reina Sofía de Madrid (730.339 personas): Dalí protagoniza la exposición temporal más visitada, por delante de Picasso.
La vigencia daliniana no se limita a la pintura. Playà destaca su categoría literaria: «Vida secreta», «Rostros ocultos», «El mito trágico del Ángelus de Millet». Inolvidables imágenes icónicas: de los relojes tortilla, al anuncio del chocolate Lanvin, pasando por el ojo rasgado de «Un chien andalou». Una creatividad polifacética: joyería, diseño, cine, danza, animación, teatro, escultura, moda… La implicación con las artes contemporáneas: performances, happenings, pop art: «Andy Warhol se declaró deudor de Dalí por su sentido del humor, su atractivo popular y su aproximación a la cultura de masas».
La pasión por la ciencia: Dalí se interesó por el ADN, la conquista del espacio, la hibernación, la holografía, la tercera dimensión, los agujeros negros, la teoría de las catástrofes; convocó a científicos como Severo Ochoa, James Watson, Francis Crick, René Thom, Santiago Grisolía o Joan Oró. Cultivó la ubicuidad en los medios audiovisuales y conectó con la cultura de masas: «Dalí podía participar en un concurso de televisión, que escandalizaba a los críticos, pero hoy sigue colgado en Youtube con miles de seguidores», apunta Playà.
En lo referido a su testamento, la intervención del ministro Jorge Semprún aseguró la capitalidad del teatro-museo de Figueras como depositario de su legado. La designación de Ramon Boixadós con el apoyo de Antoni Pitxot, consolidó su fundación: «Se recuperó el control de los derechos de autor, se puso coto a los negocios de algunos editores y se atacó a los falsificadores de grabados».
En estos momentos, la obra daliniana cautiva alos países del este europeo, Asia, Australia o América del Sur: «Las recientes exposiciones en Sidney, Río de Janeiro, sao Paulo, Moscú, Shanghai, Tokio o Kioto convierten más que nunca a Dalí en un artista global».
El otro museo Dalí
«Dalí esencial» incluye una «exposición imposible» con una veintena de obras destruidas o desaparecidas. «El escudo de los pancracianos» (1920) de la que solo se conservan unas fotos. «Mercado» (1921), con la que fue premiado a los 17 años. «Maternidad con Cadaqués al fondo» (1921-1922): subastada, se perdió su rastro. «Paisaje con figuras» (1923): paradero desconocido. «Naturaleza muerta con pera y sandía» (1924): sólo queda una imagen en un libro de James Thrall Soby. «Sandía y mandolina» (1926), expuesta en la Sala Dalmau, no se volvió a ver. Decorado de «La familia d’Arlequí» (1927). «Retrato de María d’Abadal» (1928-1928) perdido en la guerra civil. «La miel es más dulce que la sangre» (1927): se dice que la compró la duquesa de Lerma y también que perteneció a Coco Chanel. «Figura femenina y figura masculina» (1928). «Hombre de complexión enfermiza escucha el murmullo del mar» (1929), robada del Museo da Chácara do Céu en Río de Janeiro el 24 de febrero de 2006. «Objeto de funcionamiento simbólico» (1931). «Huevo al plato sin el plato» (1932), desaparecido en un incendio. «La ruptura del planeta» (1939) destruido por los nazis. «Piano bajando con paracaídas» (1941), desaparecida. «Retrato de la señora de Harold McCormick” (1941), robado en 1972. «El arte del cine» (1944), destruida en un incendio. «Sagrado corazón de Jesús» (1957), joya robada. «San Narciso» (1962), desaparecido de la Diputación de Girona. Cartel de Eurovisión (1968), desaparecido.