Japón, Noruega e Islandia son los únicos países que siguen capturando ballenas sin atender a los acuerdos internacionales de protección de estos animales, argumentando derechos históricos y culturales
TOKIO, agosto 22. —Balleneros japoneses capturaron 177 ejemplares «con fines científicos» durante la temporada estival de tres meses en el océano Pacífico, a pesar de las críticas internacionales, informó este miércoles Prensa Latina..
Pese a los constantes cuestionamientos, la nación asiática afirma que la caza de esos cetáceos tiene un carácter investigativo y contribuirá a la gestión y conservación de los recursos marítimos a partir del análisis del contenido de sus estómagos, señaló esa entidad.
En esa misión en el Pacífico, de 98 días de duración, atraparon 43 ballenas minke y 134 rorcuales comunes (de aleta), detalló la Agencia.
Según las autoridades, los resultados de esas pesquisas serán compartidos con la Comisión Ballenera Internacional (CBI).
La comunidad internacional y organizaciones ambientalistas condenan la actividad ballenera nipona, pues consideran se trata de pesca comercial encubierta, prohibida desde 1986.
Según los críticos, la carne de los especímenes analizados es posteriormente vendida.
De acuerdo con el comunicado de la agencia de pesca japonesa, la captura con fines científicos de esos cetáceos también tiene el objetivo de calcular una cuota adecuada para la pesca, de permitirse esa posibilidad.
Tokio firmó la moratoria total de caza de esos animales con fines comerciales establecida en 1986 para tratar de conservar la especie y ese mismo año emprendió programas de capturas para estudios, amparados por la normativa de la CBI, refieren.
El país del sol Naciente aboga, desde hace años, por una flexibilización de esa medida internacional alegando que la población de ballenas es lo suficientemente grande.
De hecho, en la próxima reunión de la CBI, prevista en septiembre en Brasil, Japón demandará la reapertura parcial de esa modalidad en ciertas especies, aseguró la Agencia de Pesca nacional.
Japón, Noruega e Islandia son los únicos países que siguen capturando ballenas sin atender a los acuerdos internacionales de protección de estos animales, argumentando derechos históricos y culturales.
