Hace unos días se registró en Jalisco, en los límites con Guanajuato, un enfrentamiento entre un grupo delictivo y elementos del Ejército Mexicano. Ya no me sorprendieron las imágenes de algo que se ha convertido en un asunto tan común como preocupante. Y no me refiero a las refriegas entre presuntos delincuentes y autoridades sino en la capacidad de fuego que tienen para enfrentarse a éstas sin el mayor recato.
El grupo circulaba en camionetas arregladas para portar rifles Barret que permiten disparar cartuchos calibre 50 mm capaces de derribar una aeronave, la pregunta preocupante aquí he insistido es ¿cómo entran al país estos cartuchos y estas armas?
La respuesta es clara, la corrupción en las aduanas es tal que permite que este comercio que es legal en los Estados Unidos pase de manera ilegal al país con la complacencia, u omisión de las autoridades en ambos lados de la frontera, de no ser por ello los grupos delictivos no tendrían la capacidad de fuego que hoy tienen.
Todo tiene su raíz en esta situación y obviamente en el gran negocio que representa el comercio ilegal de armas de Estados Unidos hacia nuestro país. Hemos escuchado infinidad de veces a Donald Trump hablar de un muro para frenar la migración ilegal hacia la Unión Americana, pero nunca una reflexión sobre cerrar la frontera al tráfico de armas.
Lo más delicado es que todo parece indicar que la omisión más grande llegó cuando menos lo necesitábamos. Hoy le presentamos en nuestra edición impresa y el resto de nuestras plataformas un reporte preocupante con información desprendida Dirección General de Control y Registro de Aseguramientos Ministeriales en el que claramente se muestra una caída en el aseguramiento de armas, cartuchos, explosivos, granadas y accesorios puestos a disposición del Agente del Ministerio Público Federal.
El tema no tendría la relevancia que hoy vemos de no ser porque precisamente en los años en que cayó el decomiso de estos pertrechos fue justo cuando la violencia en México se disparó a niveles críticos, como el año pasado considerado el más violento en la historia reciente de nuestro país.
Es decir, no solo no se ha impedido el ingreso de armas a nuestro país sino que además las que circulan no han visto un incremento en el decomiso, cuando menos a la par de el alza en la violencia, para que se dé una idea entre 2014 y 2015 los aseguramientos cayeron 8 por ciento mientras que los homicidios con arma de fuego se incrementaron 6 por ciento, sin embargo comparado con el 2016 los aseguramientos de armas cayeron 76 por ciento en tanto los asesinatos con armas de fuego subieron 45 por ciento.
Este año Guanajuato después de ser una de las entidades con niveles de violencia poco preocupantes alcanzó el primer lugar en homicidios dolosos y pelea se mantiene en las primeras dos posiciones en asesinatos con arma de fuego, un claro ejemplo de lo que el descuido, omisión o lo más grave complicidad puede provocar.
Veremos si los nuevos gobiernos tienen mayor compromiso en este sentido, la violencia genera más violencia y las armas son su mejor aliado.
miguel.puertolas@milenio.com
