Luego de poco más de cinco años en prisión, un tribunal canceló ayer el proceso penal en contra de Elba Esther Gordillo al considerar que las pruebas presentadas en el juicio en su contra no acreditaron responsabilidad en los delitos de delincuencia organizada y lavado de dinero.
El gobierno acusó a la maestra de lavar más de 200 millones de dólares y en todo este tiempo no pudo o no quiso comprobar estas acusaciones. Las dos opciones resultan vergonzosas. Ayer salió libre la maestra para recordarnos que en México el problema de la corrupción palidece frente al de la impunidad y el descontento social que ésta genera.
No hay plan, ni sistema anticorrupción que funcione si no se cuenta primero con las herramientas y el andamiaje legal necesario para procesar adecuadamente a los responsables de esa corrupción. Corrupción hay en todas partes, pero al exhibirse se sanciona. En México la corrupción se investiga, se denuncia y se persigue, pero pocas veces se castiga hasta sus últimas consecuencias.
De hecho, 93 de cada 100 delitos cometidos en el país ni siquiera se denuncian. Y en los casos en los que sí se reportan ante un Ministerio Público, las investigaciones rara vez llegan a una sentencia contra los implicados. En el Estado de México, la entidad con el mayor grado de impunidad en el país, de cada 200 denuncias apenas una termina en una sentencia condenatoria.
La impunidad no es solo un problema generalizado en todo el país, sino que además va en aumento, según los resultados del índice global de impunidad México 2018 que apunta hacia el deterioro en el desempeño de las instituciones de seguridad y justicia como una de las causas que más contribuyen a este mal.
En pocas palabras, en México no hay incentivos para cumplir la ley porque delinquir es una apuesta segura. Ni hablar de una cultura de la legalidad. Hace un par de años conducía junto a un viejo amigo en la ciudad de Monterrey cuando de pronto decidió pasarse un alto. Sorprendido, le pregunté por qué cuando manejaba fuera del país sí respetaba los semáforos a lo que respondió: ahí sí hay consecuencias.
@Enrique_Acevedo