Hubo un tiempo en el que parecía que el Somorrostro, ese barrio de barracas de pescadores y gitanos, debía permanecer oculto a la mirada de todos, especialmente de los barceloneses. Sin embargo, este gran desconocido de la capital catalana fue reivindicado no solamente por aquellos que vivieron en él sino también por escritores y periodistas que dejaron en negro sobre blanco sus impresiones sobre uno de los escenarios de la memoria popular de la ciudad. Bajo el cuidado de Enric H. March, el Ayuntamiento de Barcelona ha tenido la feliz idea de publicar «Somorrostro. Mirades literàries» donde se recogen textos de nombres tan dispares como Blai Bonet, David Castillo, Juan Goytisolo, José Hierro, Juan Marsé, Josep Pla, Mercè Rodoreda o Sergio Vila-Sanjuán, entre muchos otros. Todo ello acompañado de fotografías de autores conocidos, como Colita, Postius o Josep Brangulí, así como de otros anónimos.
Situado en el límite norte de la Barceloneta y el Bogatell, el Somorrostro acogió a una población que vivió en situaciones precarias a lo largo de una extensa franja de la playa de Barcelona. Su fin, al menos el origen de este final, llegó hacia 1957 cuando se comenzó a construir el Paseo Marítimo de la ciudad, lo que provocó que se iniciara el derribo de las barracas.
Como bien señala March, el Somorrostro ha tenido una segunda vida de la mano de los muchos que han escrito sobre él. Eso es lo que se demuestra con una selección de textos que se inicia en 1919, aunque es en los años 60 cuando tiene una especial visibilidad al convertirse en uno de los escenarios de «Los Tarantos», la hermosa película de Francesc Rovira-Beleta que tiene a Carmen Amaya como una de sus protagonistas, una de las hijas del barrio.
La primera referencia al Somorrostro aparece en olas páginas de «El quadern gris» de Josep Pla. En este clásico de la literatura catalana, en la entrada del dietario referida al 1 de abril de 1919, el escritor ampurdanés hace una referencia a este rincón de la ciudad situado en lo que llama «la inacabable platja horrible. Gavines. Humitat depriment».
Diferente es el testimonio de Sempronio, uno de los mejores cronistas que ha tenido Barcelona, en el que relata su visita a Somorrostro acompañado de Carmen Amaya para la revista «Destino». Es una crónica emocionada y emocionante en el que la bailaora recuerda la geografía de su infancia. «¡Fui tan feliz aquí!», afirma Amaya a Sempronio.
Juan Marsé incluye el barrio en sus novelas «La oscura historia de la prima Montse» y «Últimas tardes con Teresa», al igual que hace Terenci Moix en «El dia que va morir Marilyn», su debut en el mundo de la narrativa. «Aneu al Somorrostro, vegeu com pateix aquella pobra gent, i així aprendreu a estalviar per les velleses», dice el padre del protagonista del libro de Moix.
Mención aparte la merece la poesía de la mano de José Hierro, Blai Bonet y David Castillo evocando aquel Somorrostro.
«Somorrostro. Mirades literàries»
Enrich H. March Ajuntament de Barcelona.
142 págs.