- La suerte está echada. Parece que nada ni nadie podrá evitar una guerra comercial de consecuencias imprevisibles a ambos lados del Atlántico. Ayer el Colegio de Comisarios dio luz verde a la imposición de aranceles adicionales a productos estadounidenses como respuesta a la decisión de Donald Trump de gravar las exportaciones europeas al acero (25%) y el aluminio (10%). Ayer comenzó un proceso de consulta con las capitales europeas que culminará en unas semanas. Se espera que a partir del 1 de julio la UE devuelva el golpe y los aranceles a las importaciones europeas sean una realidad.
Bruselas ha estado preparando durante meses la guerra contra Washington. «Es una respuesta proporcional a la decisión ilegal y unilateral de EE UU de imponer tarifas a las importaciones de acero y aluminio de la UE», aseguró la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, mediante un comunicado. Bruselas ha elaborado con detenimiento la lista de productos estadounidenses susceptibles de subidas arancelarias y que envió a la Organización Mundial del Comercio (OMC) hace un mes. La primera lista consta de 186 productos con un potencial castigo de 2.800 millones de euros, ya que sufrirán una subida en las tarifas arancelarias del 25%. Los Veintiocho discuten ahora qué productos elegir de este listado e incluso pueden optar por una ofensiva escalonada midiendo los riesgos. Entre los bienes comprendidos se encuentran las motos Harley Davidson, el bourbon, los pantalones vaqueros Levi's, la mantequilla de cacahuete e infinitas variedades de arándanos y zumos de naranja. Los productos elegidos cumplen una doble condición: tienen un valor icónico del «american way of life» y son fácilmente reemplazables por bienes europeos.
Por si esto no fuera suficiente, Bruselas ha preparado un segundo listado de 163 productos por valor de 3.600 millones. Sólo entraría en vigor si la OMC falla a favor de los Veintiocho ( Bruselas ha denunciado a EE UU por esta subida que considera ilegal e injustificada) o transcurridos tres años de la ofensiva trumpiana.
Guntram Wolf, director del «think tank» Bruegel, no duda en calificar la situación en la que nos encontramos como «una guerra comercial, en la que las dos partes tienen mucho que perder». Pero dentro de esta posible evaluación de daños, Wolf reconoce a LA RAZÓN que los Veintiocho tienen un inventario mayor dada la apertura de su economía y el superávit comercial de la zona euro respecto a EE UU. Por eso, el director de Bruegel apuesta por una doble estrategia. Por un lado, «hay que enseñar los dientes y responder con algunas represalias», pero, por otro, es necesario «seguir dialogando y ofrecer algunas concesiones como unas tarifas arancelarias menores para los coches estadounidenses», uno de los principales caballos de batalla de Trump. La UE se abrió a esta última oportunidad en la cumbre del 17 de mayo en Sofía, pero la cerrazón del inquilino del Despacho Oval dio al traste con esta opción.
La dureza mostrada por Malmström fue ayer atemperada por las palabras del vicepresidente de la CE para la Competitividad y el Empleo, Jyrki Katainen, para quien las ofertas de las últimas semanas «siguen en pie». Para el político finlandés, «si los americanos quieren mejorar el entorno comercial internacional, siempre encontrarán un amigo al otro lado del Atlántico».
Las empresas alemanas son las más perjudicadas por esta situación debido al poder exportador germano y presionan para intentar volver al diálogo. Trump sabe dónde golpear. Para Wolf, no hay ninguna duda de que el presidente de EE UU quiere «debilitar» el sistema multilateral del comercio y que la UE «debe afrontar el reto de evitar su colapso». Sólo el tiempo dirá si lo consigue. A pesar de las contraindicaciones, los Veintiocho parecen decididos a plantar cara a Trump.