Las concentraciones en la calle no se hicieron esperar. La decisión del juez Llarena de enviar a prisión sin fianza a los cinco líderes independentistas provocó de inmediato una oleada de protestas de las fuerzas políticas independentistas. La ANC y Òmnium instaron a la ciudadanía a congregarse en plaza Cataluña de Barcelona para clamar por el regreso de presos y exiliados y contra una «represión intolerable», según manifestaron. La Guardia Urbana cifró los manifestantes en diez mil. Paralelamente, los CDR (Comités de Defensa de la República) se concentraron bajo el lema «Rompamos las cadenas de la represión». En Tarragona llegaron a cortar el tráfico de la A-7.
Los Mossos d’Esquadra prepararon un amplio despliegue policial, con un cordón que encapsuló la Delegación del Gobierno en Barcelona, donde los manifestantes pretendían acabar la marcha. Allí, tras las distintas barreras, centenares de manifestantes trataban de rebasar a los policías.
Cargas policiales
En momentos puntuales se produjeron pequeñas cargas, y el Servicio de Emergencias Médicas dio cuenta de 29 atendidos, dos de ellos con contusiones. Pese a las salvas que lanzaron los Mossos y los avisos por megafonía, las protestas se mantuvieron activas hasta entrada la madrugada, favorecidas por el hecho de ser un viernes por la noche. Insultos a los Mossos respondidos con estoicismo por parte de la los agentes, que hace apenas unos meses eran vitoreados como héroes y ahora se les llama «fuerzas de ocupación».
La respuesta política también fue casi automática. En un comunicado, el PDECat recordó que «las ideas y ambiciones de una parte mayoritaria» de los ciudadanos «siguen en pie y encontraremos la forma de hacerlas posibles». Por parte de ERC, el nuevo adjunto a la Presidencia, Pere Aragonès, exigió a los «demócratas de Cataluña y España» movilizarse ante «un ataque al conjunto de derechos y libertades políticas». La CUP fue más tajante y denunció que el Estado ha cruzado «una línea roja» y que una vez más es «autoritario y actúa desde el espíritu de venganza y odio».
Por otro lado, por la mañana, la fuga de España de la republicana Marta Rovira marcó la actualidad municipal de Barcelona, inmersa en un tenso pleno.La alcaldesa Ada Colau interrumpió la sesión para explicar la noticia, lo que consternó a varios ediles y llevó a la alcaldesa a suspender el pleno dada la «situación de excepción». «He visto a todo un grupo municipal llorando, a gente muy trastornada y grupos diciendo que retiraban propuestas. En ejercicio de responsabilidad, lo más razonable y lo más responsable es tomar esta decisión», sentenció. La noticia fue especialmente criticada por los grupos de Cs y PP.