El proceso de reconciliación entre palestinos apadrinado por Egipto sufrió un duro golpe en forma de atentado en Gaza. Seis miembros de la escolta del primer ministro, Rami Hamdala, y del jefe de la Brigada General de Inteligencia, Majed Farah, resultaron heridos tras la explosión de un artefacto al paso de su convoy cuando acaban de cruzar a la Franja y pasaban por la población de Beit Hanun. En el lugar del ataque, una zona muy sensible y bajo la vigilancia de Hamás e Israel porque está muy cerca de la verja de separación, se encontró un segundo artefacto que no hizo explosión, según informó Hamdala tras su regreso a Cisjordania.
El primer ministro viajó a la Franja para la inauguración de una planta de tratamiento de aguas residuales, pero la visita se torció nada más comenzar por culpa de una explosión que no reivindicó ningún grupo, pero de la que la presidencia palestina culpó a Hamás. Mahmud Abas calificó lo ocurrido de «atentado cobarde» y responsabilizó de ello al movimiento islamista. Farah, que formaba parte del convoy, señaló que «el que está allí es el responsable de la seguridad de la gente y de la tierra», según recogió la agencia estatal Wafa. Los islamistas, al frente de Gaza de hace una década, reaccionaron de forma inmediata y declararon a través de las redes sociales que «Hamás condena el crimen contra el primer ministro Rami Hamdala y lo considera parte de un intento que pretende desestabilizar la seguridad en Gaza y frustrar los esfuerzos para alcanzar la unidad nacional».
Hamás apunta a Israel
Los islamistas ordenaron abrir una investigación y condenaron «las acusaciones de la Presidencia de la ANP por hacerle responsable de este crimen». A lo largo de la jornada los medios cercanos a Hamás informaron además de la detención de tres sospechosos por su presunta relación con el intento de asesinato del primer ministro y el jefe de la inteligencia.
Los dirigentes de Gaza recordaron el asesinato a tiros del comandante de su brazo armado, Mazen Faqha, en marzo de 2017, y apuntaron a «la misma mano» como culpable del atentado contra Hamdala. En esa ocasión acusaron a Israel. En octubre, el jefe de sus fuerzas de seguridad, Taufiq Abu Naim, también sufrió un intento de asesinato, pero en este caso se atribuyó a salafistas radicales, con los que Hamás tiene una dura pugna en la Franja y a quienes acusa de lanzar cohetes contra Israel.
Proceso de reconciliación estancado
El acuerdo firmado en El Cairo el 12 de octubre por las dos grandes facciones palestinas, Fatah y Hamás, no avanza. Los islamistas, asfixiados por el bloqueo impuesto por Israel y Egipto, cumplieron su palabra y el 1 de noviembre cedieron el control de los cinco puestos fronterizos de Gaza, tres de carga y dos para el paso de personas, a la ANP. Fue un primer paso importante, pero desde entonces no hay avances.
Los dos millones de gazatíes asistieron esperanzados al comienzo del nuevo intento de las dos grandes facciones de palestinas de formar un gobierno de unidad y esperaban que, además de gestos, pronto se levantaran las sanciones que sufre la Franja y, sobre todo, el bloqueo. El final del cerco es una de las grandes incógnitas de un proceso de reconciliación que se ha quedado estancado cuando se ha puesto sobre la mesa el tema de las armas y túneles. «Pedimos a Hamás que entregue la seguridad de Gaza al gobierno de unidad, a la Autoridad Palestina», exigió Hamdala en el breve discurso que pronunció tras el atentado, una petición que, de momento, los islamistas no están dispuestos a aceptar porque consideran la lucha armada una parte clave de la resistencia frente a la ocupación.