El coche eléctrico es una realidad. La mayoría de las marcas apuestan firmemente por una movilidad sostenible, es decir, la que viene dada por los vehículos de combustión alternativos como los eléctricos, de gas o, todavía en menor medida, de hidrógeno. Aunque los consumidores siguen siendo reacios a estos cambios. Estos no comparten la visión de muchos organismos de que ya no hay lugar para el motor de combustión interna en el futuro de los automóviles. De hecho, el 60 por ciento de los conductores españoles todavía cree en el futuro de los motores gasolina y diésel y no tienen intención de cambiar sus hábitos. Una intención que viene motivada por elevado precio de los coches eléctricos, pero que pasados cinco años se diluye gracias a la diferencia de coste de las gasolinas respecto a la luz.
Tras la intención por parte del Ayuntamiento de Madrid de prohibir circular a los vehículos que no dispongan de alguna de las cuatro etiquetas medioambientales de la Dirección General de Tráfico -B, C, CERO y ECO- por el centro de la capital los días de alta contaminación, son muchos los conductores que se han visto obligados a pensar en una de las alternativas de movilidad ante este escenario: los coches eléctricos.
No obstante, la escasa autonomía o su elevado coste son algunos de los argumentos de quienes se resisten a contemplar el vehículo eléctrico como una alternativa ecológica y se hacen siempre las mismas cuestiones: ¿Me sale realmente rentable un coche eléctrico? Y, sobre todo, ¿tengo puntos de recarga a mi alcance y la autonomía será suficiente en mis desplazamientos diarios?
Cinco años o cerca de 100.000 kilómetros son necesarios tras adquirir un vehículo eléctrico -y todos los gastos que ello conlleva-para amortizar la diferencia de coste comparándolo con uno de gasolina, diésel o incluso un híbrido, con el que se encuentra casi a la par. Para llegar a esta conclusión hemos comparado cuatro modelos idénticos -en cuanto a datos mecánicos se refiere- como son el superventas eléctrico del fabricante japonés, el Nissan Leaf; el Seat León TSI y TDi (gasolina y diésel) y un modelo híbrido puro, el Hyundai Ioniq. Todos constan de 150 caballos -menos el Ioniq que se aproxima con 141- y con cambio automático. También se ha analizado el coste total de propiedad durante dichos cinco años incluyendo su precio, el impuesto de circulación, el combustible, su mantenimiento, el seguro y el aparcamiento en zona SER, necesario para acceder al centro de la ciudad. Además de poner de ejemplo a un conductor que realice una media de 20.000 kilómetros al año en viajes urbanos.
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El híbrido se amortiza antes
Tras finalizar el análisis, se descubre que, durante el primer año de un vehículo, el híbrido es el que genera menor gasto por delante del gasolina y el diésel, respectivamente. Y solo cuando el vehículo eléctrico alcanza su quinto año de vida, le supera en ahorro. Esto es debido al elevado precio de venta que ostenta, pero que se recupera gracias a las exenciones y descuentos a los que accede, a que la electricidad es más barata que la gasolina o el diésel y al coste de mantenimiento. No obstante, el vehículo eléctrico todavía cuenta con una autonomía bastante reducida si se compara con los kilómetros que realizas con un motor de combustión. Y esto se aúna a la dificultad de encontrar puntos de recarga con la misma facilidad que gasolineras
Al mismo tiempo, existe la posibilidad de que el coste de un vehículo eléctrico como el Nissan Leaf, baje. Este modelo, entre los cinco con mayor autonomía del mercado, incorpora la tecnología V2G (Vehicle to Grid), por el que el coche puede suministrar energía a la casa con lo que logras un ahorro en la factura de la luz.
La falta de «enchufes»
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Un dato clave a la hora de adquirir un coche eléctrico es tener acceso a un cargador cuando se necesita, algo que en España todavía es un problema. Según Electromaps, existen 2.511 puntos de recarga, de los cuales solamente 519 son públicos y de carga rápida, esencial para poner «las pilas» a un coche en lo que se toma un café. Estos se encuentran repartidos por toda la geografía española en restaurantes, estaciones de servicio o centros comerciales, entre otros. Aunque para recorrerla se necesitará un vehículo con una autonomía de más de 250 kilómetros.