Llegó el lunes, colgó sus 24 fotografías con los rostros pixelado –aunque fácilmente reconocibles al leer los textos que las acompañaban– y no le dio mayor importancia. Helga de Alvear quiso dar su lugar al controvertido Santiago Sierra, un artista al que conoce hace años y que ayer se expresaba a través de un comunicado colgado en su perfil de Facebook. «Si España no es una dictadura se le parece bastante», escribió. Para él, la retirada de su obra de la feria «daña seriamente la imagen de esta feria internacional y del propio Estado español. Acabamos de enterarnos de la censura de nuestra obra ''Presos políticos en la España contemporánea'' del stand de Helga de Alvear donde iba a presentarse en ARCOMadrid 2018. Suponemos que asimismo queda cancelada la presentación de la misma programada para el próximo día 24. Constituye, además, una falta de respeto hacia una galerista como Helga de Alvear (...) Finalmente creemos que actos de este tipo dan sentido y razón a una pieza como ésta, que precisamente denunciaba el clima de persecución que estamos sufriendo los trabajadores culturales en los últimos tiempos». Sierra, que rechazó el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2010, es un autor que se caracteriza por realizar una obra provocadora para la que se ha servido de refugiados o de prostitutas para denunciar situaciones de precariedad laboral. No es, no obstante, la única vez, aunque repetimos que sí la primera que se retira una pieza de la feria, en que la polémica toma ARCO. Eugenio Merino fue en 2013 protagonista: su instalación de Franco dentro de una máquina de refrescos le valió una demanda por parte de la Fundación Francisco Franco. Yann Leto estrenó en 2014 la performance «Congress topless», en el que dos mujeres bailaban en top less en una barra. Había pases puntuales y los menores no podían acceder. Y en 2016 una instalación en la galería Josedelafuente presentaba a un artista enjaulado entre un montón de palés. La obra se vendía sin el hombre dentro.