El primer paso de los cuatro necesarios ya está dado. España ganó a Rusia en su propia casa (13-20) y se allana el camino de la participación en el Mundial de Japón del próximo año. Después de un partido épico, en el que tuvo que superar el arranque en tromba de los locales (7-0), el XV del León sacó todo su carisma y no se dejó llevar por los nervios.
Los hombres de Santiago Santos se fueron asentando en un campo que afortunadamente no estaba nevado, y se hicieron con el ritmo del partido segun iban pasando los minutos. Cuando Guillaume Rouet logró ensayar por duplicado, quedó claro que España no se iba a dejar ganar el terreno por los rusos. Llegó al descanso con ventaja (10-12), un indicativo de lo que iba a suceder en la segunda mitad.
Ya con el reloj en contra, los eslavos se vieron a merced de los hispanos, que seguían destacando en todas las facetas del juego. Los españoles jugaban con velocidad y dureza, los que les permitía aguantarles la embestidas y mantener con comodidad su ventaja (13-15) en el minuto 65. Hasta que llegó el momento clave de genialidad de Matthiew Belie: una patada a seguir perfectamente recibida por Pierre Barthere permitió una nueva marca de «la Roja» que colocó en el marcador el (13-20) definitivo.
Los últimos minutos fueron de un gran nerviosismo, porque los rusos se jugaban todo a una carta y España no quería dejar pasar la gran ocasión de lograr el pasaporte mundialista. No dejaron de producirse circunstancias curiosas, como dos tiros a los postes en sendos intentos de conversión de Bradley Linkater o un ensayo fantasma local con el tiempo ya cumplido, que el árbitro no vio. Sea como fuere, los leones se han quitado un duro rival de encima y ahora pueden rematar la faena el próximo domingo en Madrid, si superan a Rumanía. El futuro del rugby nacional depende de ese triunfo.
