No fue necesario que los negociadores agotasen el plazo, que terminaba a las doce de anoche, para reconocer que todavía quedaba mucho por hablar. El bávaro Horst Seehofer llegó a primera hora anunciando que tenía que tomar el tren de las 16:05 de vuelta a Múnich y nadie quería repetir la nochecita toledana con la que terminaron las conversaciones de sondeo, dos horas consecutivas de negociación, por lo que a primera hora de la tarde decidieron utilizar los dos días de plazo extra previstos en la hoja de ruta, una especie de plan B para contar con algo más de margen.
La canciller alemana, Angela Merkel, y el líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Martin Schulz, presentaron como importantes avances los acuerdos parciales ya cerrados y admitieron que la gran coalición había encallado en el complicado asunto de los seguros médicos, tema del que seguirán hablando a partir de las diez de la mañana de este lunes.
Los conservadores rechazan sustituir el actual sistema dividido en seguros públicos y privados por un «seguro ciudadano», propuesta del SPD que unificaría los dos modelos y que mejoraría la posición de los seguros públicos, cambiando por ejemplo las normas de facturación de los médicos, que ganan más tratando a pacientes en la sanidad privada y a menudo los favorecen.
La jornada había comenzado con falta de acuerdo en tres objetivos en política social que los socialdemócratas consideraban clave para el pacto: acabar con los contratos temporales injustificados, garantizar la igualdad de trato en los seguros sanitarios privados y públicos y mejorar la política de vivienda.
El último de estos puntos quedó cerrado a media tarde, con medidas para frenar la subida de los alquileres, nuevas ayudas para familias con hijos y un paquete de 2.000 millones de euros públicos para la construcción de viviendas. Estos puntos se sumaban a otros que van dando ya forma bastante definida a un acuerdo que incluye también medidas política municipal y cultural y para impulsar la digitalización.
A juicio de Martin Schulz, el retraso no debe entenderse como una falta de buena voluntad y la presión del tiempo no debe entorpecer las conversaciones, ya que «el objetivo n es ganar una carrera sino proporcionar a Alemania un gobierno estable y ello exige un acuerdo fuerte y consensuado sobre bases estables». «Hemos trabajado bien hasta ahora, pero todavía quedan puntos importantes que tienen que ser aclarados», admitió Merkel, que destilaba cierta satisfacción por los acuerdos logrados a lo largo de la semana.
La dirección socialdemócrata ha subrayado avances como el acuerdo para la estabilidad de las pensiones, las mejoras en la atención a la dependencia, o las inversiones de hasta 11.000 millones de euros en educación, que considera tantos a su favor en el pulso entre negociadores.
Inmigración
La Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel y su ala bávara de la Unión Socialcristiana (CSU) se anotan por su parte un compromiso en el área migratoria, punto conflictivo en el que los socialdemócratas reconocieron que fueron incapaces de imponer todas sus posiciones.
Los tres partidos se han fijado como meta que la llegada de nuevos solicitantes de asilo al país no supere una horquilla de entre 180.000 y 220.000 personas al año, una concesión a los conservadores bávaros, que reclamaban un tope para la acogida. El derecho a la reagrupación familiar para las personas que cuentan con algún tipo de protección en el país pero no con el estatus de refugiados, que ahora está suspendido, será reactivado el próximo mes de agosto, pero limitado a 1.000 personas al mes.
En cuanto al capítulo medioambiental y de política energética, que quedó cerrado el viernes, la gran coalición renuncia definitivamente a las metas de emisiones de 2020 y acuerda fijar en una ley los compromisos climáticos del Acuerdo de París para 2030, un acuerdo que el SPD presentó como triunfo propio.
Ante la fachada de la Casa Willy Brandt, la sede del SPD en Berlín, en la que transcurrieron ayer las negociaciones, se manifestaron grupos ecologistas, como Greenpeace, protestando por lo que consideran un retroceso en los objetivos.Sobre lo que los negociadores mantienen un total hermetismo es el reparto de las carteras ministeriales.
En círculos del Partido Socialdemócrata se pone en duda incluso que Martin Schulz vaya a ocupar el tradicional puesto de vicecanciller y se da por seguro que apenas terminen las negociaciones aumentará la presión sobre su permanencia en la presidencia del partido. Antes de abrir de par en par la puerta de la sucesión, el SPD tiene sin embargo que ocuparse de que los 443.000 militantes de base ratifiquen en votación el pacto que cierren los negociadores, y no va a resultar nada fácil.
Aunque la negociación no se ha prolongado durante toda esta noche, los equipos técnicos sí han permanecido en vela trabajando en los puntos que todavía quedan pendientes y llegar a un acuerdo definitivo. El SPD quiere gastar hasta 2021 los 2.000 millones de euros pactados para la construcción de viviendas sociales, pero los conservadores exigen separar de ahí una suma específica. Además, deben acordar los puntos de reforma del seguro médico, uno de los más generosos del mundo y que el SPD espera todavía mejorar más para poder presentarse ante sus bases como directiva capaz de mantener el Estado de bienestar en Alemania.