En mayo de 1981 nació una de peores tragedias sanitarias de la historia de España: una intoxicación por aceite adulterado, procedente de Francia, envenenó a miles de españoles. A partir de ese día, empezaron a ser conocidos como “las víctimas del aceite de colza”.
2.500 de estas víctimas fallecieron en pocos meses y aún hoy alrededor de 20.000 personas padecen el síndrome del aceite tóxico (SAT) una enfermedad crónica, rara y poco frecuente. Quienes la padecen tienen todos sus órganos dañados, y diferentes grados de afectación. Su día a día está plagado de calambres, mialgias, mioclonías, polineuropatías, fatiga muscular precoz, pérdida de fuerza distal en miembros inferiores, contracturas musculares, accidentes cerebro vasculares, diabetes, hipercolesterolemia, hiperlipidemia y un largo etcétera que dificultan su vida y un envejecimiento saludable.
El Síndrome del Aceite Tóxico no se estudia en las Facultades de Medicina españolas, y los pocos instrumentos que se habilitaron para documentarla de forma científica han ido desapareciendo. Así, en 2009, la Comunidad de Madrid dio carpetazo de forma unilateral al convenio para la atención y seguimiento de los enfermos del SAT en el Hospital Carlos III, desde donde de manera coordinada junto al Instituto Carlos III, se mantenía una investigación científica con una base clínica directa.
Hasta mayo solo había una consulta específica en el Pabellón de Maternidad en la 6ª planta del Hospital 12 de Octubre de Madrid, donde la Dra. María Antonia Nogales dirige y trata, desde hace más de 20 años, en soledad desde mayo de 2017 por la insistencia de la Plataforma Seguimos Viviendo, una Unidad Funcional, con muchas deficiencias aun, sin atención completa a todo el Estado.
Estos servicios de referencia cobran sentido para la atención de aquellas patologías que, por sus características, precisan de cuidados de elevado nivel de especialización que requieren concentrar, en un número reducido de centros, los casos a tratar o las técnicas, tecnologías o procedimientos preventivos, diagnósticos o terapéuticos, a fin de garantizar la calidad, la seguridad y la eficiencia asistenciales.
Los enfermos han organizado una petición de ayuda en Change. Org para decirle al Ministerio de Sanidad y Gobierno que las víctimas del aceite de colza siguen viviendo y necesitan una atención médica, social e investigación de calidad