Suele ocurrir que, como es natural, los sucesos despierten la alarma social de quienes se sienten desprotegidos tras un hecho inusual; así, tras un atropello de las características de éste a la altura de Fuente el Saz de Jarama, los vecinos de la zona claman una solución para lo que, creen, es una situación que les obliga a exponerse peligrosamente a la muerte a diario. Y es que, para quienes, como la víctima de ayer, viven en los alrededores del kilómetro 3,800 de la M-117, la única forma de llegar a la parada de autobús que les permite llevar su día a día con normalidad es cruzando la carretera a tientas. Allí donde alcanza la vista no existe ningún tipo de paso de cebra, ni tampoco una señalización clara que llame a la precaución de los conductores.
«Los atropellos de ciclistas son constantes en esta carretera», explica uno de los residentes del vecindario más cercano, quien asegura en primera persona pasar miedo cada vez que decide coger su bicicleta. Otros se quejan de la falta de visibilidad a la hora de incorporarse a la vía cuando se disponen a salir de sus domicilios y, eso sí, todos coinciden en que el arcén es extremadamente estrecho.
Pero no sólo los vecinos se quejan de esta situación. Ayer algunos de los agentes de la Guardia Civil presentes en el lugar de los hechos después de que el cuerpo de la víctima ya hubiera sido recogido, lamentaban este hecho y añadían que, por desgracia, este no es el único punto en Madrid en el que los peatones se ven en la necesidad de caminar por el arcén o cruzar sin una garantía de seguridad: «Como aquí, en muchos sitios».
Sin embargo, desde la consejería de Transportes de la Comunidad de Madrid insisten en que no existen estadísticas que hablen de una M-117 con índices de accidentalidad preocupantes, y recuerdan que siempre hay una responsabilidad civil que no siempre tenemos en cuenta –tanto los peatones como los conductores–. «Cuando ocurre algo así queremos encontrar un responsable, pero no siempre lo hay», concluyen las mismas fuentes.