...que la Policía Nacional y la Guardia Civil se equiparen en salario a los miembros de las policías autonómicas que, en la mayoría de los casos, está siempre muy por encima de aquéllas.
Autonomía no es equivalente a soberanía, y es en virtud de una errónea concepción e interpretación de estos conceptos, el que se produzca una manifiesta desigualdad en la retribución de la función pública que el ordenamiento jurídico otorga a estos funcionarios.
Quien haya visitado la Escuela de la Policía Nacional de Ávila o la División de Formación y Perfeccionamiento de Carabanchel, o los acuartelamientos de la Guardia Civil de Úbeda o de Guardias Jóvenes de Valdemoro, se dará cumplida cuenta del grado de formación de estos hombres y mujeres que sirven, sin reservas, para garantizar la convivencia pacífica de los ciudadanos, a la vez que para salvaguardar los derechos y libertades de todos, sin distinción de ningún grado o circunstancia ajena a la simple naturaleza humana. No existe, pues, diferencia alguna entre los habitantes de un territorio u otro de nuestro país, que es, por definición de nuestro orden constitucional, único e indivisible; lo que no quiere decir que no sea, al mismo tiempo, diverso y característico en tradiciones y costumbres.
Porque es de justicia que se valoren los muchos servicios que la Policía Nacional y la Guardia Civil llevan a cabo en todos los ámbitos, tales como la protección de la propiedad, la salvaguarda de las fronteras, la lucha contra el terrorismo, la seguridad vial, la defensa y protección de la naturaleza, la ciberseguridad... y, siempre, prestando especial atención a la protección de los más débiles, ya sea en la lucha contra la violencia que se ejerce en el ámbito familiar y contra la mujer, la pornografía infantil, la trata de seres humanos, la desaparición de personas o el acoso escolar, entre otros. Así, nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad se preocupan, de forma preferente, por proteger a las personas más vulnerables. Y todo ello lo hacen de forma constante, en cada minuto de todos los días del calendario y hasta el último rincón de nuestro territorio. Con el mejor espíritu, sin esperar mayor recompensa ni agradecimiento, como en aquellos viejos versos de Calderón: “Aquí la más principal / hazaña es obedecer / y el modo cómo ha de ser / es ni pedir ni rehusar”.
Muchos somos los españoles que, cuando nos cruzamos con algún miembro de la Policía Nacional o de la Guardia Civil, sentimos que nos encontramos con un amigo que nos ampara y protege y que por eso merece toda nuestra simpatía y agradecimiento.
Hace aproximadamente un año pedíamos, desde estas mismas páginas en las que ahora se está reivindicando ese derecho de forma apasionada, la concesión del Premio Princesa de Asturias a la concordia a la Policía Nacional. Hoy pedimos se otorgue este premio, en su edición 2018, a la Policía Nacional y a la Guardia Civil conjuntamente... porque es de Justicia.