Pionera en una disciplina artística que le ha servido para conocerse, sanarse y comunicar con el otro, con su personaje y creación de Chula the Clown, Gabriela Muñoz se ha dado a la tarea vanguardista de comunicar sin palabras valiéndose de la emoción.
Y eso es lo que hace la artista mexicana en su espectáculo “Perhaps, Perhaps… Quizás”, que presentará del 18 al 20 de julio como parte del Physical Theater Festival, haciendo su debut en Chicago.
“Usar esta disciplina para contar mis historias es un poco lo que busco. Sanar. Casi todos —más bien, todos— mis espectáculos tienen que ver con mi vida. Entonces trato de darles vuelta y trascender con las emociones atoradas, los dolores y mi propia tragedia, elevarla a otra frecuencia”, comentó en entrevista con La Voz.
En el teatro, la técnica “clown” es una manera en la que el actor se descubre, no sólo su personaje cómico, sino de alguna forma, su álter ego. Se exageran las características propias para adentrarse en la realidad de su ser y conectar con el público.
Esta es una técnica sutil y un tanto solitaria donde el artista queda expuesto y vulnerable, donde se vuelve un medio de emociones y una conexión con el público. Muñoz llegó a esta técnica artística y medio, después de haber buscado su camino por la literatura, el teatro musical, hasta llegar al teatro físico. Ahí se dio cuenta: era payasa.
Pero no el estereotipo del “clown” o “payaso” ni menos, los clichés de las historias de la mujer. Si bien dice, su arte no es feminista ni es dirigido a un sólo género —sólo parte de su verdad e identidad— sí es una manera de encontrarse y recordarle a los otros la condición humana con su vulnerabilidad.
“Eso me sucede en los shows, mientras más los hago, más voy quitando las capas de la cebolla para entender de qué se trata la condición humana, y poder leer entre líneas y ver que lo que estoy comunicando no es algo lineal, narrativo; hay tantas casas mucho más sutiles en la narrativa, voy tejiendo y destejiendo historias. Hablo del amor, pero del amor propio”, detalló.
No quería quedarse en lo superficial y crear una caricatura o estereotipo de lo que es ser payasa o de los mismos roles femeninos que ha impuesto la sociedad. “Es hablar de la soledad, esa cosa maravillosa que me conmueve de los humanos. Al final queremos ser amados y entregar el corazón”.
Reconoció que no hay muchas mujeres y menos mexicanas, en su tipo de arte, pero por alguna razón, ella lo tenía claro desde el principio. No buscó llenarse de referencias sino contar las cosas que le interesaban y que resonaban con ella.
“No quiero ser la mejor dramaturga pero si otro humano me ve a los ojos y puede estar conmigo, si estamos en silencio, es lo único que necesito”, relató.
Y validar desde su lugar, la relevancia de los espacios para las mujeres y que se cuenten las historias con las sutilezas del género. “Son válidas es importante para los discursos de este tiempo actual dar estos mensajes en silencio donde la emoción que traspasa la comunicación verbal”.
Muñoz trabaja desde las emociones. En los tiempos de la inteligencia artificial, un arte como el suyo es tan disruptivo como necesario, por ser honesto y emotivo, sin tener que ser literal ni dar todo digerido al espectador y de ser posible, sensibilizar.
En “Perhaps, Perhaps… Quizás”, la protagonista es Greta, un álter ego de Chula y de Gabriela, una mujer que sufrió por amor, que fue plantada en el día de su boda y que busca, como el personaje de señorita Havisham en la novela “Grandes Esperanzas” de Charles Dickens, atesorar para siempre el momento que pudo haber sido dichoso.
La historia de “Perhaps”, también tiene algo de las vivencias de Muñoz, ya que surgió luego de la separación de su ex pareja. Para ella fue una manera de sanar y enfrentar sus miedos.
“Siempre dejo esos espacios, el regalo más puro y bello que le puedes dar a otra persona es la libertad de imaginar dentro de un lenguaje visual con narrativa visual que no distrae. No quiero hacer una interpretación inteligente, intelectual o racional de mis historias, quiero contarlas, entretejerlas de manera visual y hay esos huequitos para que la gente pueda entrar, perderse e imaginar”, explicó.
Hay algo que todavía sigue y que espera, continúe presente en cada encuentro con el público.
“Pienso y me pregunto si todavía lo tengo en mí —esas ganas de conectar y comunicar— y por fortuna, sí. Porque no se trata de mí, no se trata de lucirme. Se trata de poder amar a la otra persona, de sentir que somos humanos. En este momento de la vida, de la humanidad, es relevante”, aseguró.