Un hombre del lado noroeste que fue a comprobar una pieza de fuegos artificiales que no explotó inicialmente murió cuando estalló delante de él la noche del jueves en un callejón del vecindario de Hermosa.
A eso de las 10 p.m., Earl Lory, de 34 años, se encontraba en la cuadra 3000 al norte de Kostner Avenue cuando sufrió un traumatismo en la cabeza mientras manipulaba la pieza de fuegos artificiales, dijeron la Policía de Chicago y la Oficina del Médico Forense del Condado de Cook.
Los vecinos dijeron que el callejón es conocido por las exhibiciones festivas con grandes artefactos explosivos. Una residente vio lo que describió como un "tubo de mortero de un pie de largo" tendido junto al cuerpo de Lory tras el accidente.
Lory, que vivía a menos de una milla de distancia, en el vecindario de Belmont Cragin, murió accidentalmente a causa de heridas en la cabeza, según la Oficina del Médico Forense del Condado de Cook, que realizó un examen el viernes.
El accidente ocurrió durante un violento periodo festivo en el que los fuegos artificiales también provocaron al menos 13 incendios, más que en cualquier otro 4 de julio de al menos las dos últimas décadas.
La familia de Lory confirmó al Sun-Times que había ido a mirar una pieza de fuegos artificiales que no había explotado y fue impactado mientras la revisaba.
Jennifer Peralta, que vive en el lado opuesto del callejón donde Lory y otras personas habían estado lanzando los fuegos artificiales, no presenció el incidente pero llegó a casa como a las 2 a.m. para ver a la policía, el cadáver y el “tubo de mortero de un pie [de largo]” en el callejón. Inicialmente dijo que pensó que la escena era el resultado de un tiroteo, añadiendo que “no se habría sorprendido”.
Peralta dijo que en los más de 12 años que llevaba en el vecindario, la gente con frecuencia ha encendido grandes fuegos artificiales en ese callejón para el 4 de julio. Otro vecino, que no quiso ser identificado, dijo que en los 18 años que llevaba viviendo allí, a veces había visto a gente en el callejón encendiendo fuegos artificiales en sus abdómenes.
Barbara Scott, vecina de Peralta, vio algunas de las secuelas mientras paseaba a su perro Bailey el viernes por la mañana.
Scott tampoco vio el accidente y dijo que había estado concentrada en consolar a Bailey, que se había asustado con los fuegos artificiales. Scott dijo que le sorprendió no haber oído ningún grito y que nunca entendió que la gente optara por los grandes explosivos en estas fiestas.
“Me siento mal por quien estuviera con él y por su familia”, dijo Scott. “Me encantan los fuegos artificiales y los colores. Es una pena que la gente no sea consciente de lo mortales que pueden ser... No son algo con lo que se debe jugar”.
Otros vecinos pidieron que se limpiaran sus propiedades, y los bomberos respondieron, limpiando el pavimento, los garajes y las casas a lo largo del callejón.
En un incidente no relacionado, ocurrido una hora más tarde en el otro extremo de la ciudad, un hombre de 31 años resultó gravemente herido por los fuegos artificiales en el vecindario de Roseland, según informó la policía.
Fue trasladado al Centro Médico de la Universidad de Chicago, donde su estado se estabilizó tras sufrir “graves daños” en la mano izquierda por los fuegos artificiales en la cuadra 9400 al sur de Wabash Avenue.
Contribuyó: David Struett
Traducido por Gisela Orozco para La Voz Chicago
