COLOMBIA – En un ambiente de bajo recurso donde a diario mueren niños por desnutrición y carencias alimentarias, creció y se hizo el futbolista Luis Fernando Díaz, quien fue impulsado desde muy pequeño por su padre, Luis Manuel, el cual vio cómo su hijo comenzó a abrirse paso en el mundo del fútbol con un gran desempeño en un torneo de pueblos indígenas en el que integró un equipo de los wayúu, predominantes en la zona.
El éxito del colombiano no lo alejó de su gente, al contrario, apoyado por su padre y su tío Josher Brito, Díaz creó en el 2019 la Fundación Sembrando Esperanza, con la que busca mejorar la calidad de vida de todos los niños de Barrancas y otras poblaciones cercanas mediante actividades deportivas, sociales, culturales y económicas.
A sus 15 años, Wilber Andrés Brito Vidal, quien es parte de una de las escuelas de fútbol apoyadas por la Fundación, sueña con ser igual a Luis Díaz y convertirse no solo en jugador profesional, sino también demostrar, como lo hizo su ídolo, que “otro guajiro puede llegar al primer nivel del fútbol mundial”.
“Él, muy seguido está llegando a las escuelas para ver el proceso que llevamos como escuela y como futbolistas individuales; nos da consejos y nos saca adelante” expresa el jóven Wilber. “Nos dice que tengamos una mentalidad muy fuerte, que no nos rindamos, que tenemos que ser perseverantes”.
Los entrenamientos se realizan por las tardes tres veces por semana, y el propósito de la fundación para estos jóvenes es promover su desarrollo integral como atletas de alto rendimiento, el fortalecimiento de sus valores, la ética y la moral para que puedan cumplir sus sueños.
Óscar Alba, instructor de la escuela de fútbol Real Barrancas, destaca el apoyo que la Fundación Sembrando Esperanza, con Luis Manuel Díaz al frente, les ha dado, no solamente a los jóvenes del pueblo sino de otras localidades cercanas.
En la misma cancha de fútbol desde la cual minutos antes despegó el helicóptero de la Policía Nacional utilizado para buscar a Luis Díaz, secuestrado hace una semana por la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, Wilber Andrés, junto a otros 30 jóvenes, inician sus prácticas sin dejar de pensar que “Mane”, como lo conocen cariñosamente, los visita para aconsejarlos no solo sobre fútbol sino también sobre la vida.
