De nuevo Rafael Nadal en pista y París que reacciona con el mejor día de la semana. Más calor, unos 17 grados, más cielos despejados, solo algo de viento. Que apenas inquietó al balear en el cuarto juego del segundo set, cuando se disponía a sacar. Fue lo más incómodo que se encontró el 2 del mundo en su segundo partido en Roland Garros. El rival, Mackenzie McDonald, apenas fue un sparring para este tenis que ya coge velocidad y mordiente. 6-1, 6-0 y 6-3 en una hora y 45 minutos.
Si ante Egor Gerasimov firmó un partido correcto, se desató al ataque contra el estadounidense, 236 del mundo y poca resistencia. Desempolvó el revés más cruzado, más letal. Desenfundó el drive, mucho más rápido que en el día anterior. La bola ya baila en cuanto sale de la raqueta del balear, que apenas tuvo momentos de inquietud. 35 minutos duró el primer set. 29 el segundo. 34 el tercero. Un paseo para mantener la concentración y acumular horas en pista, en las piernas y en la confianza. Un regalo quizá demasiado corto para los espectadores que «llenaban» la Philippe Chatrier
Lo demostró con mucha más viveza en sus piernas, negándose a esperar a la pelota y, al contrario, yendo a buscarla para impactar siempre dentro de la pista. Así midió que el revés sale muy fino y el drive remata con avidez. No solo veloz e inalcanzable por fuerza sino también calculado a la esquina y alto para imposibilitar la respuesta por parte del rival. Y aunque hubo cuatro dobles faltas, fue este el único debe que se le puede poner a su encuentro. Tampoco hubo más al otro lado de la red, voluntarioso el estadounidense, pero sin poder hacer otra cosa que bailar al son que marcaba el balear. Que incluso tuvo que esperar a que su rival se preparara para sacar. Así de rápido va Nadal, ágil, convencido y entrando en calor, como París.
«Objetivo cumplido, he jugado bien y ahora me esperará un rival más complicado. Estoy feliz, siempre es especial jugar en la Philippe Chatrier», comentó tras el encuentro.