El cuento del Burgos llegó a su final, eliminado por el Barcelona en un encuentro en el que los castellanos siempre dieron la cara. Derrota con honor, pues no bajaron los brazos a pesar de la superioridad de los azulgranas y mantuvieron sus opciones hasta el último cuarto. Ahí, el cansancio acumulado se alió con los azulgranas, que acabaron con el sueño azulón y lucharán el martes por levantar su primer título de la temporada.
Aunque Peñarroya trató de dar normalidad al choque en cada detalle previo al encuentro, buscando descargar de responsabilidad a sus jugadores, lo cierto es que estos entraron al duelo demasiado nerviosos. Para muchos era su primera semifinal. Su primer gran partido. Y eso se notó en la cancha. Cada ataque era un suplicio para los castellanos, castigados por su inexperiencia y su exceso de revoluciones. Solo así se entiende que los árbitros señalaran hasta tres técnicas a los azules en el primer cuarto, allanando aún más el camino del Barcelona hacia la final (22-14, min.9).
Los problemas de faltas obligaron a Peñarroya a adelantar las rotaciones. Lima apenas había podido jugar tres minutos antes de irse al banquillo con dos personales; Aguilar se fue al descanso con tres y Rivero, la otra torre interior de los castellanos, también acumuló dos muy pronto.
Los azulgranas aprovecharon la ausencia de efectivos en la zona y la entrada de Heurtel -magnífico el base por primera vez desde su regreso (14 puntos y 11 asistencias)- para amasar una buena renta que parecía finiquitar el partido (35-19, min 14). Hubiera sido así contra cualquier otro equipo, pero no ante este San Pablo Burgos de la fe infinita que volvió a demostrar que le sobra corazón para hacer frente a cualquier equipo y a cualquier circunstancia. La defensa en zona impuesta por el técnico burgalés cambió el panorama del partido. De repente, la solidez del Barcelona se desmoronó y comenzó a fluir el ataque de los castellanos, que en cinco minutos habían equilibrado el choque.
La entrada de Lima y la dirección de Fitipaldo cimentaron un parcial de 16-2 con el que Burgos volvió a creer en todo tras igualar el partido a cuatro segundos para el descanso (41-41). El enfado de Pesic camino de los vestuarios era evidente, pues su equipo había dilapidado en un suspiro el buen trabajo realizado durante quince minutos. Tocaba volver a remar y lo hicieron los catalanes nada más ponerse el balón en juego.
Higgins, enfrascado durante la primera mitad en labores defensivas, sacó a relucir su talento para sumar seis puntos consecutivos que pesaron como una losa en las piernas de su rival (49-41, min. 22). Se reproducían los problemas ofensivos del inicio del partido en un Burgos al que poco a poco se le iba agotando la energía. El día menos de descanso y la menor rotación de banquillo empezó a decantar el duelo, aunque nunca bajó los brazos el equipo de Peñarroya. Orgulloso a pesar de que el marcador se iba desequilibrando en cada ataque (72-58, min. 30).
Se agarró a la épica San Pablo Burgos como había hecho tantas veces durante el campeonato, pero esta vez no le iba a servir. La solidez del Barcelona y el acierto de Kuric en el último cuarto (tres tiples casi consecutivos para el americano) terminaron por derribar la resistencia del equipo azulón, cuyo cuento de hadas llegó a su final, pero cuyo proyecto amenaza con protagonizar más capítulos como el de este torneo final.