Recorrer la ciudad de Chennai (Madrás), sobre la bahía de Bengala, al sur de la India, es descubrir innovación y conceptos de vanguardia en el arte musical y cinematográfico. Si hay algo que distingue a este gran país asiático es su sincretismo cultural donde lo ancestral comulga con nuevas tendencias estéticas que exploran las actuales generaciones de artistas, y para ello cuentan con una institución académica que ofrece las herramientas idóneas con tales propósitos. Me refiero al KM Conservatorio de Música y Tecnologías, fundado en 2008 por el músico y compositor hindú A.R. Rahman (1966), reconocido por su extensa producción de temas para películas, cediendo a Chennai (su ciudad natal) una sede en la gran industria del celuloide, que a la par de las bandas sonoras ahí realizadas le han otorgado el título “ciudad de la música”. Por todo ello se decide poner los cimientos del KM Conservatorio en esta ciudad creativa.
En un campus especialmente diseñado por su arquitectura funcional se ubican las aulas para la docencia musical, incluyendo salas de concierto, estudios de grabación, lo mismo que un centro de experimentación sonora donde aplican la tecnología de vanguardia. Con todos los elementos ahí dispuestos se ofrece a los alumnos una diversidad de cursos en música de concierto (clásica), electrónica, música para el cine (banda sonora), sin olvidar sus raíces culturales en la instrucción de contenidos basados en el hindustaní/indostánico (idioma común en las películas producidas en India). Pero, a todo esto, quiero señalar en este relato una experiencia por demás digna de ser tomada en cuenta. Me refiero a su labor que realiza el músico iniciador de este conservatorio, A.R. Rahman, en pro de la niñez desprotegida de Chennai, invirtiendo parte de sus ingresos como creador y productor en una fundación que sostiene un proyecto llamado The Sunshine Orchestra, cuya finalidad es ofrecer a estos niños la oportunidad de formar parte de la orquesta y de una institución que les brinde una preparación artística y medios de manutención para su desarrollo personal y académico hacia un futuro con mejores expectativas en sus vidas.
Chennai, entrañable ciudad, no sólo por sus bondades culturales y artísticas que ofrece a sus habitantes y a quienes la visitan con fines turísticos y académicos. Es además arquetipo de reflejos; eclecticismo, sincretismo, símbolos que concilian sus múltiples resonancias como doctrinas religiosas y filosóficas que dialogan en la cosmogonía hindú.
