La viruela del mono, también conocida como mpox, ha vuelto a captar la atención global tras ser declarada emergencia sanitaria internacional por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado 14 de agosto. Esta decisión se tomó después de que un nuevo brote de la enfermedad surgiera en África, específicamente en la República Democrática del Congo, donde se han reportado más de 500 muertes y 14,000 contagios.
La preocupación global, logró que el Ministerio de Salud hiciera foco en el riesgo de contagio de la variante mpox en la población, esto con el fin de evitar consecuencias que no podrán manejarse en un futuro.
La viruela del mono se transmite principalmente a través del contacto físico con animales infectados, como roedores o primates, lo que hace que el riesgo sea mayor en regiones donde la enfermedad es endémica. Sin embargo, también se puede propagar entre humanos mediante el contacto directo con lesiones cutáneas, fluidos corporales, o costras de una persona infectada.
Las úlceras y llagas, que pueden estar presentes en la boca o en la piel, también son vías de transmisión, especialmente peligrosas para convivientes y profesionales de la salud. Es crucial destacar que no se ha confirmado si las personas asintomáticas pueden contagiar la enfermedad.
Los síntomas de la viruela del mono suelen aparecer entre 3 y 17 días después de la exposición. Inicialmente, los infectados pueden experimentar dolor de cabeza, fiebre, escalofríos, dolores musculares, fatiga extrema e inflamación de los ganglios linfáticos.
De uno a tres días después de la aparición de la fiebre, se desarrolla una erupción característica que comienza en el rostro y se extiende a otras partes del cuerpo, incluidas las palmas de las manos y las plantas de los pies. Esta erupción evoluciona de manchas rojas a pústulas que eventualmente forman costras antes de desprenderse, en un proceso que dura entre dos y cuatro semanas.
Para prevenir el contagio de la viruela del mono, es fundamental limitar el contacto con personas que presenten síntomas o hayan sido diagnosticadas con la enfermedad. Si el contacto es inevitable, como en el caso de trabajadores de la salud o convivientes, se recomienda que la persona infectada se aísle y cubra las lesiones en la piel con ropa.
Además, quienes estén en contacto cercano deben usar mascarillas médicas, guantes desechables y evitar el contacto piel con piel para minimizar el riesgo de transmisión.
El lavado frecuente de manos con agua y jabón o con desinfectante a base de alcohol es una de las medidas más eficaces para prevenir el contagio. También es importante lavar la ropa, toallas y sábanas del paciente con agua tibia y detergente, y desinfectar adecuadamente las superficies que hayan estado en contacto con la persona infectada.
La situación actual de la viruela del mono exige medidas de precaución tanto a nivel individual como colectivo para evitar la propagación de esta enfermedad. Aunque el riesgo en Perú aún es bajo, es esencial seguir las recomendaciones de salud pública para protegerse y proteger a los demás.
