Esta posada japonesa, inaugurada en el 705 , el segundo año de la era Keiun, es oficialmente -según el criterio del Libro Guinness de los Récords- el hotel en funcionamiento más antiguo del mundo. Este dato asombroso se complementa con otro si cabe igual de sorprendente. Hasta 2017, durante cincuenta y dos generaciones, el Nishiyama Onsen Keiunkan fue administrado por la misma familia. Las aguas termales, que además de los baños también se utilizan como agua caliente en sus instalaciones, han fluido sin interrupción desde entonces, y han tenido mucho que ver en la longevidad del hotel. Esas aguas son muy apreciadas por muchos habitantes de la zona (Hayakawa, Prefectura de Yamanashi , al pie de las montañas Akaishi, en el centro de Japón), y han motivado la visita de militares, políticos o intelectuales, lo que acentuó su fama de lugar apartado en lo profundo de las montañas de la región de Kai. En el Nishiyama Onsen Keiunkan se han alojado en efecto personalidades ilustres, como el actual emperador de Japón, Naruhito , o personalidades históricas como el shogun Tokugawa Ieyasu y el daimio Takeda Shingen , ambos del siglo XVI. Daimio o 'gran hombre' es el término con el que se conoce al soberano feudal más poderoso desde el siglo X al siglo XIX dentro de la historia de Japón. El onsen (aguas termales), que hoy tiene cinco estrellas, ha cambiado mucho desde su fundación. Fueron primero piscinas en cuevas, y luego baños más acabados en cabañas de madera. Las instalaciones sufrieron, a lo largo de la historia, incendios, desprendimientos y un tifón devastador. En 1997 se transformó radicalmente, con alojamientos exclusivos y el aspecto de un establecimiento tradicional, lo que en Japón se conoce como un ryokan . En 2005 se agregaron baños termales privados a todas las habitaciones. La prefectura de Yamanashi, donde se encuentra el balneario, está en la misma región que el monte Fuji , declarado Patrimonio de la Humanidad. Está a 60 minutos en coche de la estación de Minobu y a 85 km del aeropuerto de Shizuoka, el más cercano. Una española que se alojó allí describió así su estancia: «Ha sido una experiencia japonesa especial: la habitación, el onsen, la comida, las vistas desde la habitación y desde las distintas piscinas. Todo me gustó pero hay que tener en cuenta que no hay nada más que hacer en el hotel. Solo descansar y tomar baños calientes. El servicio de transporte desde Minobu tarda una hora pasando por unos paisajes muy bonitos».
