El autoconsumo solar se abre paso en las ciudades aunque su reto en convender a las comunidades de vecinos de los pisos para poner placas.
Las azoteas. Territorio disputado en las comunidades de vecinos. Eterno tema de discusión en las reuniones de escalera. La España vertical ensombrece el futuro solar de las ciudades. Eso pese a que la mitad de los municipios de más de 10.000 habitantes bonifican sus impuestos cuando se instala autoconsumo con placas solares en un bloque de pisos.
Aunque ahora mismo no todo es el dinero. Nunca había salido tan a cuenta pasarse a la fotovoltaica colectiva tras el incremento de los precios de la electricidad, el gas y el gasóleo de calefacción. Y es más barato que ponerse placas de autoconsumo en el chalet.
Explica desde el departamento de autoconsumo de la cooperativa Ecooo Héctor Pastor que “son instalaciones más grandes. Por lo tanto, el kilovatio que te va a tocar a ti cuesta mucho menos que en un chalet, donde tienes que hacer una instalación más grande para tu vivienda. Normalmente los ahorros
son del orden del 40% al 50% de lo que vienes gastando a lo largo de todo el año” para placas solares en un piso.
“Con el aumento de precios de la tarifa, con las subvenciones, con la bonificación del IBI… en apenas tres o cuatro o cinco años, dependiendo del caso, has amortizado la inversión”, valora Pastor. En la teoría, suena fácil. Otra cosa son las resistencias que haya en comunidades que, aunque lo estén pasando peor que otros años, han visto topados los precios de sus combustibles para tirar este invierno. O amortiguado el subidón de la luz.
Las subvenciones se canalizan a través de las comunidades autónomas. Entre los fondos estatales y los propios, pueden llegar a repartir hasta 1.320 millones de euros. Están pensados para un autoconsumo de corta distancia. Cualquier piso puede disfrutar de lo producido por placas solares instaladas a no más de 1 km (hasta ahora eran solo 500 metros de radio) y en breve serán 2 km, según anunció el Ministerio de Transición Ecológica. No tiene que ser directamente la azotea de nuestro bloque.
Por ejemplo, en Majadahonda, Ecooo ha desplegado este año 64 paneles solares en la azotea de un bloque de pisos. El cálculo es que 22.000 kWh/año serán consumidos de manera directa. Anualmente inyectará a la red 15.000 kWh/año, con compensación de excedentes.
En el otro punto cardinal de la misma Comunidad de Madrid, una urbanización de Rivas Vaciamadrid está desplegando la mayor instalación colectiva de autoconsumo del país. Medio millar de familias ha decidido poner hasta 2.000 placas solares en sus azoteas a través de la entidad LaPablo Renovable.
Desde Red Eléctrica-Redeia, Antonio Calvo Roy explica que no cree que una ciudad pueda alimentarse energéticamente solo de lo que produzcan sus placas «porque tocamos a menos metros cuadrados de tejado por barba [que en zonas rurales]. En un pueblo, en general, no hay edificios grandes en los que viva mucha gente. Eso no quiere decir que no se deba hacer. Yo creo que hay que hacerlo». Los beneficios para un piso que vive de sus placas solares son evidentes, además de la cuestión climática y ambiental, especialmente problemática en las ciudades.
Volvamos por un momento al pueblo. ¿Podría esa casa generar electricidad para la ciudad? Sí. Pero no convirtiendo los pueblos en parques solares (recordemos el límite de los 2 km). Eso sería posible gracias a una batería virtual, que no es más que echar las cuentas de cuánto estás aportando a la red cuando no consumes pero produces, por ejemplo, mientras no habitas tu segunda residencia.
Así lo ve desde Soria Fernando Rubio, fundador de la cooperativa Megara, especializada en comunidades de autoconsumo rural. “También se está viendo que tú puedas tener un suministro en el piso de la ciudad donde no puedas instalar las placas solares y puedas compensarte con la batería virtual de lo que te produce la casa en el pueblo con esa cubierta al sur, tan maravillosa y despejada, y sobre todo en pueblos, que tienen una fluctuación de población muy grande, sobre todo en verano”.
Autoconsumir y compartir lo que produzcan unas placas instaladas a hasta 2 km implica poner a trabajar las cubiertas de los polígonos industriales los fines de semana, por ejemplo. La fisonomía de nuestras azoteas va a empezar a cambiar mucho. Aunque solo la siguiente revolución “pasará seguramente por contar con mejores y más eficientes baterías”, concluye Calvo Roy.