Los castigos, las amenazas, los gritos han sido utilizados durante décadas por padres y madres para criar a sus hijos. El debate sobre el límite a la hora de educar a los niños es un tema importante a nivel social. Mientras algunos defienden estas prácticas disciplinarias tradicionales como herramienta para corregir malos comportamientos, otros las cuestionan por sus posibles efectos negativos en el desarrollo emocional y psicológico de los menores.
Todo el mundo ha escuchado reprimendas de padres a hijos en lugares públicos e incluso algún que otro azote, algo que afortunadamente cada vez es menos usual. En un tema con opiniones tan diversas conviene escuchar a los expertos. Uno de ellos es Carlos González, un pediatra que comparte su opinión sobre estos castigos a los niños en un vídeo en su canal de YouTube.
Este experto defiende que no se debe castigar a los hijos a través de su experiencia: "Mis padres me regañaron o dieron órdenes, pero jamás me castigaron. Y, aun así, no soy un tirano ni un fracasado en la vida". Partiendo de esta base, defiende que a un hijo hay que enseñarle, no castigarle. "A los adultos no les castigamos por reír, saltar o pisar un sofá. ¿Por qué hacerlo con los niños?", afirma, comparando las respuestas cuando alguien de estos grupos de edad de confunde.
Carlos González afirma que a veces se castiga a los niños sin ni siquiera saberlo: "Si decides esconder los juguetes de tu hijo porque los dejó tirados, eso no es una consecuencia natural, es un castigo". Los castigos, los gritos y todo lo que realizamos delante de los niños se verá reflejado en ellos: "Si quieres que tu hijo sea respetuoso y amable, sé tú un modelo de respeto y amabilidad. Gritar o imponer castigos solo enseña a reproducir esas conductas", puntualiza.
El pediatra también defiende que no se deben premiar las buenas acciones de los niños: "Las buenas acciones no deberían realizarse esperando premios, sino porque están fundamentadas en principios correctos". Utiliza el ejemplo de decirle a un niño que si deja de llorar se le comprará una bicicleta: "A lo mejor intentan no llorar pensando en la bicicleta, quizás aguanten minutos o unas horas, pero acabarán llorando porque son conscientes de que se han quedado sin bicicleta. Tu hijo no te pide juguetes ni diversiones, lo que te está pidiendo es tu presencia, tu atención y tu tiempo", concluye.
En su vídeo explica que precisamente ese tiempo es lo que menos se le puede dedicar y para ello defiende lo siguiente: "Tenemos que igualarnos a otros países europeos en el tiempo que los padres pueden dedicar a cuidar de sus hijos". También habla de la mentalidad de los padres, que, según explica, en ocasiones sienten rabia por tener que pagar para quedarse cuidando a los hijos mientras que, a lo largo de su vida, gastan más en automóviles.