Brasil es el mayor consumidor de queso en Sudamérica, superando a países vecinos como Argentina y posicionándose entre los cinco principales consumidores a nivel mundial. Este alimento no solo ocupa un lugar central en la dieta de los brasileños, sino que también refleja la fuerte tradición láctea del país, que se remonta a siglos de desarrollo en la producción de lácteos. El queso se ha integrado tanto en la vida cotidiana como en la cultura gastronómica de Brasil, siendo parte esencial de las comidas tradicionales y de la oferta culinaria nacional.
Este auge en el consumo de queso es indicativo de una economía que ha sabido aprovechar los recursos naturales y su potencial en la industria láctea, convirtiéndose en un referente clave dentro de América Latina. Con un consumo anual que supera las 824.000 toneladas, Brasil no solo destaca por su cantidad de consumo, sino también por la diversidad de quesos que ofrece al mercado, desde variedades artesanales hasta las producidas en grandes industrias.
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Brasil se ha consolidado como el gigante sudamericano en el consumo de queso, superando a Argentina, que ocupa el tercer puesto con 455.000 toneladas anuales. En segundo lugar, se encuentra México, lo que resalta la diversidad de gustos y la importancia de la industria láctea en la economía brasileña. Este fenómeno no solo refleja las preferencias alimenticias de la población, sino también el papel crucial que juega el queso en la cultura gastronómica del país.
La industria láctea en Brasil es una de las más dinámicas y de mayor crecimiento en América Latina. A medida que crece la demanda de productos lácteos, las inversiones en tecnología de producción y distribución también han aumentado, lo que ha permitido a Brasil no solo satisfacer sus propias necesidades internas, sino también exportar queso a otros mercados internacionales.
Esto ha convertido al país en un referente en la producción y consumo de lácteos en la región, generando empleo y aportando significativamente a la economía nacional.
En Perú, la tradición quesera se manifiesta a través de sabores únicos como el andino, paria, mantecoso y fresco. La producción de estos quesos se concentra en regiones como Cajamarca, Arequipa y Junín, donde la elaboración de queso es tanto una práctica cultural como una fuente vital de sustento económico.
Estos quesos, ricos en nutrientes como calcio y proteínas, son elaborados de manera artesanal, requiriendo entre 7 y 10 litros de leche para producir un kilogramo de queso.
A nivel global, Grecia se posiciona como el mayor consumidor de queso, con una ingesta per cápita que supera los 37 kg anuales. Francia y Malta le siguen de cerca, evidenciando la universalidad del queso como un elemento esencial en diversas culturas culinarias. Alemania también se encuentra en este ranking, destacando la importancia del queso en la gastronomía europea.
El origen del queso se remonta a la domesticación de animales en el Neolítico. Existen anécdotas que narran cómo un comerciante árabe descubrió el queso por accidente durante un viaje por el desierto. A lo largo de la historia, el queso ha estado presente en las dietas del Antiguo Egipto, la Antigua Grecia y la Antigua Roma, adaptándose y evolucionando con el tiempo. En la modernidad, el queso se ha convertido en un símbolo de tradición, innovación y placer gastronómico en todo el mundo.