La incidencia de infecciones por virus invernales está en un lento ascenso pero es inferior a la situación de la temporada pasada en la misma semana, según el último informe del Instituto de Salud Carlos III
Las comunidades del PP chocan con Sanidad por el plan para controlar la gripe
El frío ha desembarcado en España y, junto a él, las mejores condiciones para que se expandan los virus respiratorios. Sin embargo, la oposición de las comunidades del PP ha hecho inviable el primer plan de actuaciones comunes para prevenir los contagios en la temporada invernal. Tras casi dos meses en el aire, el Ministerio de Sanidad ha desistido de aprobarlo ante la falta de apoyos de las consejerías gestionadas por los conservadores, confirman fuentes inmersas en las negociaciones del plan, que se debatió por primera vez a mediados de octubre. La estrategia se publicará finalmente como un decálogo de recomendaciones cuando la curva de casos empieza a comportarse según lo esperado para esta época del año. El ascenso, no obstante, todavía es lento.
La idea de este plan consensuado era sortear el caos que se vivió el año pasado: Sanidad y las comunidades entraron en un intenso tira y afloja que terminó con la imposición de la mascarilla en centros sanitarios. Para cuando la medida entró en vigor, el pico de contagios ya se había superado. “Se trata de actuar antes, no cuando la curva está subiendo exponencialmente porque eso nos puede traer complicaciones”, dijo la ministra del ramo, Mónica García, después del verano. La temporada pasada hubo una actividad gripal “muy intensa”.
Para evitar repetir el desencuentro y actuar a tiempo, el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) convocó a los técnicos de las comunidades que lo desearan para empezar a trabajar en una estrategia conjunta. Participaron ocho, entre ellas territorios gobernados por el PP como Galicia, Castilla y León, la Comunitat Valenciana o Murcia. El resultado de ese trabajo coral a nivel técnico, sin embargo, ha terminado abortándose en el escalón político y el desacuerdo obstaculiza, al menos esta temporada, que las comunidades actúen de manera coordinada cuando se intensifique la circulación de gripe, Covid-19 y virus respiratorio sincitial (VRS).
España entra de lleno en el frío invernal esta semana con un nivel de contagios que todavía no es preocupante. El último informe del Instituto de Salud Carlos III, correspondiente a la semana 48, sitúa la tasa de infecciones respiratorias agudas (IRAs) en 516,7 casos por cada 100.000 habitantes. En la misma semana del año pasado la cifra ascendía a 674,8 casos. La tasa de hospitalización se sitúa en 12,7 casos, dos décimas más que la semana previa. El ascenso se lleva notando desde hace cuatro semanas y es esperable que se pueda acelerar durante las celebraciones navideñas.
Por tipos de virus, el síndrome gripal se asocia con 15,5 casos por cada 100.000 habitantes (14,3 en la semana previa) y la Covid-19 con 5,7 (5,8 en el informe anterior). La bronquiolitis y bronquitis en menores de cinco años, causadas por el virus respiratorio sincitial (VRS) es la tasa más elevada y que escala más rápido: 429,9 casos frente a los 373,6 de la semana anterior. Aunque la transmisión sea alta, es la segunda temporada que la cartera de servicios incluye un fármaco que confiere inmunidad contra él y viene avalada por “unos resultados espectaculares” tras las primeras inmunizaciones: las tasas de hospitalización se redujeron entre un 71 y un 77%. Se evitaron entre 7.500 y 10.200 ingresos.
Sanidad no ha vuelto a intentar debatir el asunto en la Comisión de Salud Pública. La última vez, en octubre, se topó con las resistencias de los territorios conservadores pese a que sus técnicos, en un escalón inferior, habían dado el visto bueno a la estrategia en la Ponencia de Alertas. El argumento de Madrid, Canarias y Castilla y León, las que más activamente mostraron su oposición, era que el documento estaba “inmaduro”.
El plan se ideó como una herramienta similar al semáforo del coronavirus con actuaciones graduales según fuera aumentando la incidencia, aunque los umbrales para pasar de un escenario a otro no estaban fijados a nivel nacional –los calculaba cada comunidad a partir de una serie de indicadores como la incidencia, la ocupación de las UCI o la detección en Atención Primaria– y dependían de la aplicación de cada consejería de sanidad. Contenía cuatro escenarios que recomendaban el uso de la mascarilla desde a personas con síntomas –en el nivel más bajo de contagios– a los mayores y enfermos crónicos en espacios interiores como supermercados, tiendas, transporte público o cines.