Fueron tres días, los del puente pasado, para armarse de espíritu navideño . Hay en el madrileño y en el foráneo una pulsión de luces que le lleva a la multitud. Involuntariamente se trata de reivindicar al otro, al extraño, al que no conocemos pero puede darnos la hora o entablar una charla mientras los críos, abrigados, esperan que un reno hable. Madrid tiene esa magia. Madrid es más Madrid en Navidad, aunque algunos tengamos estigmatizado al centro en estos días. Es un pecado de la edad madura, y hay que reconocerlo. Pero no tenemos ya el abeto para florituras. Y nos pesan las canas navideñas. No es espíritu navideño de lo que carecemos. Es de paciencia. Yo aún recuerdo...
Ver Más