En su casa, de niña, creció absorbiendo una «tendencia de izquierdas», la que le impulsaría años más tarde a dar el paso para entrar en política. Eva Sanz es natural de Benetússer y la alcaldesa de uno de los municipios arrasados por la DANA; el territorio olvidado en los primeros impases de la tragedia a pesar de que solo le separa una carretera y una rotonda de Paiporta. «Nos hemos sentido solos», dice. «Nunca me planteé que pudiera ocurrir algo así». Y es que Sanz no sabe si es «una falsa creencia» el que, cuando se hablaba de zonas de «inundabilidad o próximas al mar o la Albufera, siempre hemos pensado que el agua podía llegar hasta nuestros pies, pero no nos iba a pasar por encima», porque Benetússer se encuentra una cota más alta con respecto a otros municipios de su alrededor. «No nos esperábamos la barrancada», aun sabiendo que este ya se había desbordado, pero siempre afectaba a Paiporta, Catarroja o Massanasa. «Es la primera vez que arrasa Benetússer», apunta.
Aquella tarde en la que el municipio se convirtió en un lodazal, Sanz estaba hablando con sus compañeros de corporación. «Siempre que hay lluvias estamos un poco en contacto, hablando de si hay que avisar a los conserjes, revisar si hay colegio, si cae mucha agua, si hay que salir a la calle... Estaba activando el dispositivo especial de emergencias que tenemos, pero por si había que desatascar alguna alcantarilla». Y es que el problema fue que «esperábamos la lluvia desde arriba y no que no lloviera», como fue lo que ocurrió. Esa tarde habló con la Policía Local, se había ido la luz, pero había vuelto y no tenían los túneles cerrados porque todo «funcionaba». A partir de ahí, comenzaron las alarmas. «Alguien indicó que se había desbordado el barranco de Paiporta. No era la primera vez que pasaba, pero pensamos que eso no iba a llegar a Benetússer y, a partir de ahí, ya fue la locura».
El Ayuntamiento había suspendido esa tarde algunos servicios y «aconsejamos a la gente que no saliera a la calle. Hacía mucho viento y creo que eso nos salvó a muchos y a muchas, por si había la caída de algún árbol o algo así». La alcaldesa estaba y uno de los compañeros le sugirió ir a la comisaría para estar más pendiente de todo. «Pensé que podríamos molestar. Si hubiéramos ido, nos hubiera pillado allí». Desde el balcón comenzó a ver «cómo se llevaba el agua tu coche, con unas olas que parecían un tsunami. Oí a mis vecinos chillar, y al del primero recogiendo con una cuerda como podía... Fue inaudito y la alarma sonando a las 20:00. Pensamos que entonces vendría el diluvio».
Sanz siempre se ha considerado una mujer «bastante fuerte», pero cuando salió de casa a las 2:00, cuando bajó el agua, se fue a la comisaría. «Pensé que desde allí podría coger un walkie y empezar a dar órdenes. Los móviles no tenían batería ya. Pero, cuando llegué, la vi arrasada, los ordenadores estaban por el suelo y las paredes arrancadas. Ahí me derrumbé y pensé: Estos chicos se han muerto aquí dentro», aunque no fue así.
A Benetússer le separa de Paiporta una carretera y una rotonda, pero las primeras horas, hasta allí no llegó ninguna ayuda. «No pasaron ni a preguntar si estábamos bien», se queja la alcaldesa.
Benetússer va saliendo adelante, poco a poco, pero «tenemos muchísimo barro todavía en las calles, cientos de vehículos en campas en medio del casco urbano y garajes con lodo con coches siniestrados debajo de las fincas, ascensores que todavía no funcionan... y las ayudas siguen sin llegar».
La alcaldesa confiesa que se ha sentido decepcionada por la política. «Hay muchas decisiones que se toman por encima de ti y que, por más que chilles, no te escuchan y te están dando soluciones que no son válidas porque no conocen el territorio ni tampoco el terreno, te desespera».
Ahora, lo que se está necesitando en el municipio es «seguir acabando de extraer vehículos, lodo y solucionar los garajes. A partir de ahí, empezar a reconstruir. Desde el Ayuntamiento estamos con la vista en 2025, para hacer todas las exenciones y bonificaciones a los más afectados y ver si podemos sacar una línea de ayuda propia. Pero, en este momento, necesitamos acabar de sacar todo el barro que tenemos, poder sacar los vehículos», para así comenzar a reconstruir. «Necesitamos medios físicos, todo tipo de grúas de enganche y demás. Serían muy necesarias, porque las que hay están todas trabajando sobre el terreno». «Tenemos unos 100 garajes que necesitamos vaciar, con aguas fecales por la rotura de alguna tubería... Un garaje te puede costar de dos a cinco días vaciarlo. Estamos echando mucha mano de la UME, de bomberos. Llevamos seis garajes en marcha, pero siguen siendo los mismos seis».
Y hace un llamamiento: «Quien tenga maquinaria pesada, que contacte con el Ayuntamiento». Y pide también que «los medios de comunicación no nos olviden».