El coste de la crianza en España se sitúa en un promedio mensual de 758 euros por hijo en 2024, lo que supone un 13% en comparación con 2022, según lo atestigua el estudio ‘El Coste de la Crianza en España 2024’, cuyas conclusiones presentó este martes Save the Children.
El trabajo pone de manifiesto que en España nacen 1,16 hijos por mujer, la tasa más baja de Europa, a lo que se añade que la brecha entre la fecundidad deseada y la efectiva sea de las mayores del Viejo Continente, como lo acredita que el 20% de las mujeres de más de 40 años con hijos habrían querido tener más, y que la casi la mitad que no han tenido descendencia hubieran querido.
Save the Children pone de manifiesto que el incremento de los costes en la crianza se debe fundamentalmente a la inflación. En ese sentido, los gastos que más han aumentado en los dos últimos años son los relacionados con los suministros de la vivienda (63%) y la alimentación (26%). A ello se suma que el 43% de los chavales vive en hogares con serias dificultades para afrontar gastos imprevistos, un 4% más que en 2022.
Al margen del ciclo económico, los hogares con menores son los más afectados por la evolución de los precios, con una “inflación específica de la crianza” que supera ampliamente (entre un 37% y un 51%) a la inflación general.
"CARGA ECONÓMICA CONSIDERABLE"
Ante esta situación, el director general de Save the Children, Andrés Conde, arguyó que “la crianza representa una carga económica considerable para las familias, especialmente en la adolescencia, y se ha convertido en un factor de riesgo significativo de pobreza”.
También señaló que “las familias con hijos o hijas deben destinar más de la mitad de su renta a estos gastos, y la probabilidad de estar bajo el umbral de la pobreza aumenta un 70% para quienes tienen menores de edad a su cargo”.
El trabajo acredita que el “contexto de crecimiento generalizado de rentas” ha provocado que “los indicadores de pobreza se han reducido en 2023 para casi todos los grupos de edad y tipos de hogar”, con la salvedad de los menores de 18 años y de los hogares con niños, cuyos “indicadores de pobreza empeoran”, como lo evidencia que si la pobreza relativa de la población general se ha mantenido estable en el último año, cayendo seis décimas, entre la población infantojuvenil ha crecido un 1,1%.
A su vez, la mitad de los 530.000 hogares monomarentales se encuentra en riesgo de pobreza; mientras que los gastos corrientes de vivienda son de los que más han aumentado, con un incremento del 63% desde 2022 y del 153% desde 2018.
En lo concerniente a la vivienda, el coste adicional vinculado a ésta cuando nace un niño asciende a 92 euros al mes. Los gastos totales relacionados con la vivienda, sumando suministros del hogar, ascienden a 135 euros mensuales por chaval, lo que “contribuye a la carga económica general que enfrentan las familias, especialmente aquellas con ingresos limitados”.
Por su parte, el trabajo de Save the Children reseña que el coste de criar a un niño varía significativamente según la etapa de la infancia o adolescencia. Así pues, de cero a tres años el coste mensual es de 609 euros; de los cuatro a seis años de 692 euros; de siete a doce años de 812 euros (la cifra máxima); y de 13 a 17 años es de 807 euros.
PROPUESTAS
Ante esta situación, Save the Children insistió en la necesidad de poner en marcha “una prestación de carácter universal o casi universal destinada a la crianza” como fórmula para reducir la desigualdad entre las familias. A juicio de Andrés Conde, “los próximos Presupuestos Generales del Estado son una oportunidad para comenzar a avanzar en la creación de esta prestación, que cuenta con un alto grado de consenso entre las fuerzas políticas”.
Del mismo modo, la organización planteó “rediseñar y revalorar” el Complemento de Ayuda para la Infancia (CAPI) con el objetivo de mejorar esta ayuda para “apoyar mejor a las familias con niños y niñas mayores, especialmente adolescentes”. Un ajuste en el valor del CAPI para estos hogares, según esta entidad, “permitiría cubrir una mayor proporción de los gastos derivados de la alimentación, educación y otros servicios necesarios para un desarrollo adecuado”.
Por último, reclamó que “el diseño de políticas de apoyo a la crianza eficaces tenga en cuenta dinámicas de futuro que garanticen su suficiencia y eficacia en cualquier contexto, al margen de voluntades políticas”.