Inaugurado en 1988, en medio de una crisis económica, este centro se ha convertido en un referente para el desarrollo tecnológico y la investigación científica en el país. Su diseño arquitectónico destaca en un entorno desértico, con una torre en forma de cúpula que resalta su importancia en el ámbito científico.
Pese a las preocupaciones que puede generar la palabra "nuclear", el reactor RP-10 del centro no tiene la capacidad de generar energía eléctrica ni de provocar desastres como los de Chernobyl o Fukushima. Con una potencia de solo 10 megavatios, su función principal consiste en la investigación y la producción de radiofármacos.
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El reactor RP-10 es operado por un equipo de ingenieros especializados en diversas disciplinas. Para acceder a sus instalaciones, es necesario seguir estrictos protocolos de seguridad, que incluyen el uso de vestimenta especial y la medición de niveles de radioactividad. El interior del reactor presenta un ambiente futurista, con paredes amarillas y múltiples avisos de seguridad.
En el núcleo del reactor, se producen radioisótopos que se trasladan a una "celda caliente" para su conversión posterior en radiofármacos. Estos medicamentos son esenciales para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades como el cáncer y benefician a más de 35.000 pacientes en diversas clínicas y hospitales del país.
En la planta de producción, se elaboran principalmente tres tipos de radiofármacos: tecnecio 99m, ioduro de sodio y dolosam. Cada uno de estos productos tiene aplicaciones específicas en tratamientos médicos. Por ejemplo, el iodo 131 se utiliza en la terapia del cáncer de tiroides, mientras que el tecnecio 99m resulta fundamental para los diagnósticos médicos.
Los ingenieros de la planta trabajan en turnos nocturnos para asegurar que los medicamentos se entreguen a tiempo y con la actividad radiactiva adecuada. Este proceso es crucial para garantizar la eficacia de los tratamientos que reciben los pacientes.
Además de la producción de radiofármacos, el Centro Nuclear Racso se dedica a la calibración dosimétrica y a la gestión de residuos radiactivos. También lleva a cabo proyectos de investigación en áreas como la arqueología y la agricultura. Uno de los proyectos más destacados está liderado por el físico Enrique Rojas, quien investiga tecnologías para verificar las dosis de radiación en tratamientos oncológicos.
Este avance permitirá a los médicos ajustar los tratamientos de manera más precisa, asegurando que la radiación se dirija a las áreas afectadas y minimizando el daño a los tejidos sanos. El proyecto se encuentra en una fase avanzada y se espera que pronto inicien pruebas en hospitales.
El Centro Nuclear Óscar Miró Quesada de la Guerra está situado en Huarangal, en el distrito de Carabayllo, sobre la margen derecha del río Chillón. Este centro cuenta con diversas instalaciones, incluyendo el reactor RP-10, laboratorios de ciencia, una planta de producción de radioisótopos, un laboratorio secundario de calibraciones dosimétricas y una planta de gestión de residuos radiactivos.
La infraestructura del centro no solo es un símbolo de avance científico, sino que también representa un compromiso con la seguridad y la salud pública, lo que asegura que la tecnología nuclear se utilice de manera responsable y beneficiosa para la sociedad.