Tanto Europa como China y algunos estados norteamericanos han puesto en marcha programas que incentivan la compra de vehículos usados y el achatarramiento de los más contaminantes, de combustión. Sin embargo, según explican desde Faconauto , uno de los aspectos críticos de estos programas de desguace es la necesidad de garantizar el desmantelamiento de los vehículos usados en lugar de su exportación a países en vías de desarrollo, ya que muchos de estos vehículos terminan siendo exportados a países de menores ingresos en África, América Latina y el sudeste asiático. Estos vehículos, que a menudo tienen motores deteriorados y carecen de tecnologías modernas de control de emisiones , pueden seguir circulando durante décadas en sus nuevos destinos, donde los sistemas de regulación de emisiones suelen ser menos estrictos. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estima que millones de estos vehículos usados se trasladan anualmente de los países más ricos a los países en desarrollo, lo que agrava la contaminación y crea un reto ambiental significativo. Algunos países, como Kenia, han implantado restricciones para limitar la importación de estos vehículos, fijando un límite de ocho años de antigüedad para los coches usados. No obstante, la demanda de transporte asequible persiste, generando tensiones entre la accesibilidad económica y la sostenibilidad ambiental. Desde la década de 1990, los programas de incentivos para el desguace de vehículos han evolucionado significativamente. En los años 90, países como Grecia, Hungría, Dinamarca, España, Francia, Irlanda, Noruega e Italia implementaron los primeros programas de desguace de vehículos, incentivando a los ciudadanos a deshacerse de sus vehículos más antiguos a cambio de beneficios para la compra de autos nuevos y más eficientes. En la actualidad varios países europeos han adoptado programas de incentivos que promueven el reemplazo de vehículos de combustión (VCI) por vehículos eléctricos (VE). Así, en Francia se ofrece un «bono de conversión» que otorga hasta 5.000 euros a quienes desguacen sus coches antiguos y compren un VE, priorizando a las familias de ingresos bajos. Alemania tiene un «bono ambiental» que puede llegar hasta 9.000 euros y está diseñado para facilitar la transición a la movilidad eléctrica. Italia también ofrece hasta 6.000 euros para quienes cambien autos de más de diez años de antigüedad por un VE. Mientras, en Estados Unidos u Canadá algunos estados y provincias han lanzado incentivos locales para fomentar esta transición. Colorado ofrece hasta 6,000 dólares para quienes cambien un VCI por un VE, mientras que, en Canadá, la provincia de Columbia Británica había lanzado un programa similar que posteriormente fue cancelado. Recientemente, China ha lanzado un ambicioso programa de incentivos para impulsar la transición hacia los VE, ofreciendo hasta 20,000 yuanes (alrededor de 2.500 euros) a los propietarios de vehículos antiguos que decidan cambiarlos por un VE. A pesar de que estos incentivos pueden parecer modestos desde una perspectiva occidental, en China representan aproximadamente el 12% del precio de un sedán eléctrico de tamaño medio. Además, los compradores de vehículos eléctricos en China tienen exenciones de impuestos de hasta el 10%, así como de subsidios adicionales en ciudades grandes, como Shanghái. Según explican desde la Asociación de Concesionarios Faconauto «la transición hacia los VE requiere de una política que sea escalable según el nivel de emisiones del vehículo y que permita reemplazar incluso vehículos relativamente nuevos si son altamente contaminantes». Esto implica, desde su punto de vista, que los fabricantes de automóviles y los responsables de políticas enfrenten una fuerte presión por parte de la industria de combustibles fósiles y el lobby automotriz tradicional, que aún resisten el cambio en muchas regiones de Occidente.