Tras meses de disparos de proyectiles y sirenas de alarma, la ciudad israelí de Kiryat Shmona, fronteriza con Líbano, ha recuperado cierta calma gracias a la tregua con Hezbolá. Pero sus habitantes no se fían de la situación y se mantienen lejos.
Algunos desplazados, como Rajel Revash, han aprovechado la tregua que entró en vigor el miércoles para venir un momento, antes de marcharse de nuevo.
"¿Que por qué no me vuelvo a vivir aquí? Porque quiero regresar con plena seguridad", dice esta mujer de unos 50 años, que vino a recuperar algunos efectos personales.
"Mientras siga oyendo explosiones" y "viendo al ejército israelí dentro" de Líbano, "no quiero volver. Aquí no hay infraestructuras, ni red escolar, ni trabajo, no hay nada".
Revash enumera las casas destruidas por meses de disparos de cohetes del lado libanés, los heridos, las "familias rotas", y todas esas cosas que "deben arreglarse en primer lugar" antes de pensar en retomar una vida normal en Kiryat Shmona.
"Los habitantes no han vuelto a sus casas", corrobora Doron Shnaper, portavoz de la alcaldía de la localidad, cuyo centro se encuentra a apenas dos kilómetros de la frontera con Líbano. "No lo harán mientras no se declare oficialmente el final de la guerra".
El movimiento proiraní Hezbolá empezó a disparar proyectiles el 8 de octubre de 2023, en solidaridad con el Hamás palestino, que la víspera había lanzado desde la Franja de Gaza una amplia ofensiva sorpresa contra el sur de Israel.
Después de once meses de fuego cruzado casi a diario, que obligó a decenas de miles de personas de ambos lados de la frontera a abandonar sus casas, Israel lanzó una ofensiva de envergadura contra Hezbolá el 23 de septiembre, primero por aire, y una semana después por tierra.
Bajo los auspicios de Estados Unidos y Francia, este miércoles entró en vigor una frágil tregua entre Israel y Hezbolá, que prevé la retirada de las fuerzas israelíes del sur de Líbano en un plazo de dos meses.
Del lado israelí, el gobierno de Benjamin Netanyahu reiteró que quiere ver volver a sus casas a los habitantes del norte desplazados por las hostilidades, pero de momento se guardó de animarlos a hacerlo.
En Kiryat Shmona, los tejados hundidos, los coches calcinados y los ladrillos color naranja desparramados por el suelo dan fe de lo que ha sido este largo año de hostilidades.
La localidad fue declarada hace meses como zona militar, y el 9 de octubre pasado unos disparos de cohetes desde Líbano mataron aquí a dos personas.
Por ello, la tregua suscita de momento "sentimientos encontrados", dice Doron Shnaper.
"De momento lo que tenemos es un alto el fuego. La experiencia de los últimos años (...) dice que las treguas son frágiles siempre, y si los habitantes vuelven y de nuevo caen misiles, ¿qué interés tendrá el haberse desplazado durante un año y dos meses?", se pregunta.
A algunos kilómetros hacia el este, en el kibutz Menara, pegado a la frontera y sus montañas, se escuchaba el viernes el ruido de los disparos de artillería y de armas automáticas procedente del sur de Líbano.
"Queremos que la guerra termine, pero que termine con una victoria absoluta, con la eliminación de la amenaza y no con la firma de un papel en el que no creemos", enfatiza Shnaper.
"Exigimos que Hezbolá ya no exista, que sea derrotado", dice para despejar dudas.
Meir Ben Hemo, otro habitante de de Kiryat Shmona, dice estar convencido de que "la gente no volverá aquí".
Para que la localidad vuelva a ser lo que era, una ciudad "segura", hará falta "mucho tiempo", predice.
"No es algo que pueda hacerse de un día para otro, en plan 'vuelvan y todo irá bien'. Eso es mentira", explica.
El acuerdo de tregua estipula que, al igual que el ejército israelí debe retirarse del sur de Líbano en dos meses, Hezbolá debe replegarse al norte del río Litani, que se encuentra a unos 30 km al norte de la frontera.
El grupo proiraní debe igualmente desmantelar su infraestructura militar en el sur de Líbano, que desde hace décadas ha sido un bastión, y el ejército libanés desplegarse en esta zona del país, cosa que ya empezó a hacer.
"Mientras (Hezbolá) no sea repelido hasta el norte del río Litani no habrá paz aquí", dice Meir Ben Hemo.
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