Al igual que las familias felices, todas las adaptaciones de ' Ana Karénina ' se parecerían… si solo recordáramos el adulterio; lo que las distingue es cómo se cuenta la infelicidad de sus protagonistas. De los clásicos, como la monumental novela de Tolstói, conocemos el desenlace. Lo importante es el enfoque de la historia, los planos narrativos que subraya cada adaptación. Carme Portaceli reúne en tres horas a ocho personajes encadenados por la infelicidad: la insatisfecha Ana y su esposo Alexei; Stiva, hermano de Ana y marido infiel de Dolly, agobiada por la dependencia económica y los hijos; Vronsky, amante de Ana, que renuncia a la carrera militar; y la pareja que conforma el inseguro Levin y Kitty, hermana de Dolly. Para seguir el itinerario de esa red familiar en la que todos son infelices a su manera, la escenografía para los viajes a ninguna parte de Alessandro Arcangeli y Paco Azorín : una vía ferroviaria circular por la que cada personaje transita según su circunstancia. Ariadna Gil encarna con acierto esa Ana Karénina en permanente desasosiego y Jordi Collet es el marido que debe afrontar el abandono. Eduard Farelo compone con gracia el personaje de ese Stivia que va de flor en flor para evitar un hogar familiar que ya no soporta. Miriam Moukhies desprende la frescura juvenil de esa Kitty, despechada por Vronsky cuando este se enamora de la Karénina. Un Vronsky poco convincente a cargo de Borja Espinosa . Tampoco convence la inclusión de una narradora que aporta comentarios (en inglés) a los lances de la obra. Cual Pepito Grillo, describe al público, como si este no fuera capaz de comprenderlo, las emociones que experimenta cada personaje. Arropada emocionalmente por la música, minimalista y melancólica de Jordi Collet y las imágenes videográficas de Joan Rodón , esta 'Ana Karénina' camina hacia la última estación a la que conduce su derrota en la vida; esa búsqueda, con oneroso coste, de una felicidad que no llegó a culminar, pero por la que luchó. Vale la pena volver a esa historia, esta vez de la mano de Portaceli. Un Tolstói bien representado que viajará en 2025 por Zagreb, París, Oporto, Bruselas, Amsterdam, Cluj y Miskolc.