La familia del boxeo cubano lamenta desde ayer la partida física de Pedro Orlando Reyes, uno de nuestros más sobresalientes pugilistas de la década del 80 del pasado siglo, en la que se coronó en las principales competiciones internacionales, con excepción de los Juegos Olímpicos, pues su época de gloria coincidió con la ausencia de Cuba a las citas estivales de Los Ángeles, 1984 y Seúl, 1988.
Nacido el 23 de febrero de 1959, Pedro Orlando subió a lo más alto del podio en la división de 51 kilogramos en el certamen del orbe, en Reno, 1986; la Copa del Mundo, con asiento en Roma, 1983; los Juegos Panamericanos celebrados en Caracas, 1983 y los Centroamericanos y del Caribe que tuvieron lugar en Santiago de los Caballeros, 1986.
Además, reinó en el Torneo de la Amistad, en 1984 y se colgó el metal de plata de su peso en el certamen planetario, que organizó Moscú, en 1989, en el que fue superado en el pleito final por el local Yuri Arbachakov.
La partida del «Zurdo de Párraga» hacía la eternidad nos llevó a recordar un hecho inédito en nuestro deporte, del cual fueron protagonistas Pedro Orlando y su hijo, el pelotero Rudy Reyes Erice.
Conocido es el caso de los beisbolistas Lourdes Gourriel Delgado y su hijo Yulieski Gourriel Castillo, quienes llegaron a proclamarse campeones olímpicos, mundiales, panamericanos y centroamericanos.
Este binomio de padre e hijo conquistó el título universal en un mismo deporte; pero, tal vez, pocos se hayan percatado del suceso que enroló a Pedro Orlando y Rudy, que constituyen el único dúo de padre e hijo que disfrutaron la alegría de ser monarcas mundiales en disciplinas diferentes.
Pedro Orlando subió al lugar más codiciado del estrado de premiación en la justa del orbe de boxeo, en 1986. Su vástago Rudy Reyes lo imitó, pero en otro deporte: el béisbol, cuando integró la selección cubana que conquistó su último cetro en justas del planeta de nuestro principal pasatiempo nacional, en la lid que acogió
Holanda, en el 2005, en la cual compiló .316 de average.
Pedro Orlando es el segundo campeón mundial del llamado buque insignia que fallece en el presente año, pues el pasado 11 de marzo dejó de existir Emilio Correa Vaillant, el único de los cinco reyes cubanos de la primera versión, que tuvo por escenario a La Habana, hace medio siglo, que permanecía con vida.
Por cierto, que Correa también tiene un capítulo particular en el boxeo aficionado cubano, porque el santiaguero y su retoño Emilio Correa Bayeaux, conforman la única pareja de padre e hijo del pugilismo en la Mayor de Las Antillas, que ha llegado a discutir la faja olímpica.
Papá Correa tuvo mejor suerte, porque en Munich 1972, después de sortear con éxito un escabroso camino conquistó la medalla de oro en los 67 kilogramos, mientras que su hijo, 36 años más tarde, en Beijing 2008, salió derrotado en la discusión del metal dorado en los 75 kilogramos, ante el británico James Degale en polémica decisión.
Si de grandes campeones del ring se trata, no debemos pasar por alto que este 28 de noviembre se cumplen ocho años del fallecimiento de Adolfo Horta, «el hombre del boxeo total», como lo bautizó el comentarista y narrador deportivo Rolando Crespo.
Precisamente, en la cita del orbe en que Pedro Orlando se coronó, en 1986, Horta se erigió en el primer púgil en reinar en tres divisiones diferentes en esos certámenes, pues se tituló en 54 kilogramos en la ex-Yugoslavia, en 1978; cuatro años después lo hizo en los 57, en Munich, 1982 y en Reno fue el rey de los 60 kilos, tras superar en el combate por el oro al venezolano Engel Pedrosa.