Ultracatólico, fascista, franquista, extrema derecha, etcétera, etcétera. Esos calificativos nos dispensan a los católicos; no se dan cuenta de que nos están elogiando, y no merecemos esos elogios. Cristo, Hijo de Dios y Dios como su Padre, vino al mundo; era el Mesías profetizado que vendría a salvar al hombre de la esclavitud del pecado y a librarnos de la muerte eterna. Él nos abrió las puertas del cielo.