Quien experimenta el amor de Jesús, escribe el Papa Francisco, está en disposición de “tejer lazos fraternos con los demás”. Para Francisco, la fraternidad es una necesidad acuciante para el mundo de hoy, desgarrado por las guerras y por estilos de vida consumistas e impersonales, que cada vez dejan menos espacio a lo realmente humano. El mundo, se lee en la última encíclica, parece “haber perdido el corazón”.