Cada mañana abrimos el armario para ver qué nos ponemos de ropa, aunque hay quienes son más previsores y se lo dejan ya listo la noche anterior. De una forma u otra, el pensamiento que nos atraviesa el cerebro es una duda de lo más habitual:
a ver qué me pongo hoy. Uno de los recursos más habituales es elegir el
color negro, seguramente por aquello de que pega con todo.
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