Cinco personas conocerán este lunes el veredicto del Tribunal Penal Especializado en Delincuencia Organizada, que las juzga por dos homicidios cometidos hace nueve años.
Entre los acusados hay dos sicarios que, para cometer uno de los crímenes, habrían contado con la colaboración de Alejandro Arias Monge, conocido como Diablo, de 40 años, considerado el delincuente más buscado del país.
Los implicados son un hombre y su hija, de apellido Tenorio, y otros hombres apellidados Rodríguez, Marchena y Alvarado.
Por este mismo caso también habían sido detenidos Diablo y otro hombre de apellido Pérez, quienes no han podido ser recapturados para enfrentar este proceso, que prescribirá en el 2025.
Contra el imputado Tenorio Calvo, la Fiscalía Adjunta contra el Narcotráfico solicitó 25 años de cárcel, e igual pena para la hija de él, mientras que para los acusados Rodríguez y Alvarado se pidieron 70 años a cada uno. Para Marchena se solicitó una pena de 10 años.
Los asesinatos se cometieron en el 2015, en medio de supuestas disputas por narcotráfico que ya involucraban a Diablo como uno de los principales protagonistas de estas actividades ilícitas. El debate por este caso comenzó el 29 de setiembre y concluyó el 11 de noviembre.
Se trata de un segundo juicio por las muertes de Ademar Jiménez Gómez y Pablo Castro Barrantes. En un primer proceso, que terminó el 26 de agosto del 2022, Tenorio Calvo y su hija recibieron condenas de 25 años de prisión cada uno, mientras que otro de los actuales imputados, Marchena Guevara, fue sentenciado a 10 años. En ese mismo juicio, otro hombre de apellido Vargas Mora fue condenado a 25 años.
En aquel momento, la Fiscalía demostró que Tenorio Calvo (79 años) y su hija (38) fueron los autores intelectuales del asesinato de Ademar Jiménez, ya que, según las pruebas presentadas, contrataron a sicarios liderados por Diablo para cometer el crimen. Asimismo, se probó que Marchena actuó como intermediario para contratar a la organización criminal de Diablo. Sin embargo, dicha sentencia fue apelada y se ordenó un nuevo juicio.
De acuerdo con la acusación, el conflicto que terminó con la muerte de Ademar Jiménez comenzó cuando este hombre planeó, junto con otras personas, el robo de ¢20 millones y 10 kilos de cocaína pertenecientes a Tenorio Calvo, quien era el cabecilla de su organización.
Al parecer, durante este robo, llegaron a la propiedad de Tenorio, en Palmitas de Cariari, en Pococí de Limón, donde agredieron a un trabajador de la construcción y, utilizando armas de fuego, sustrajeron el dinero y la droga.
Según la Fiscalía, tras este hecho, Tenorio Calvo y su hija contrataron a un grupo de sicarios para asesinar a Ademar Jiménez y a otros dos Hombres de apellidos Chaves y Rodríguez. La tarea habría sido encomendada a los imputados Alvarado y Rodríguez, así como a Diablo y Pérez, quienes actualmente se encuentran prófugos.
En enero del 2015, Tenorio y su hija habrían contactado a Alvarado para llevar a cabo los asesinatos, entregándole un adelanto de dinero. Supuestamente, Alvarado se reunió posteriormente con Rodríguez y Pérez, a quienes ordenó ejecutar el crimen. Además, recibió un fusil AK-47 para cometer el delito.
En apariencia, el 22 de enero del 2015, en Pococí, Rodríguez, aprovechándose de su amistad con Ademar Jiménez, lo recogió en un taxi informal en Ticabán y lo trasladó a un barrio cercano llamado El Encanto. Allí, junto con Diablo y Pérez, habrían privado a Jiménez de su libertad, lo ataron de pies y manos, lo amordazaron y lo mantuvieron cautivo por varias horas.
La acusación añade que, ese mismo día, lo llevaron a Cariari, donde le dispararon en la cabeza y la espalda con el fusil, causándole la muerte instantánea en un bananal. Posteriormente, rociaron su cuerpo con un hidrocarburo y lo quemaron en un 95%.
Dos meses después, en marzo de 2015, los imputados Alvarado y Rodríguez, junto con Diablo, Pérez y otros dos hombres ahora ya fallecidos (Smith y Alvarado), habrían sido contratados para otro asesinato. Según la Fiscalía, recibieron el encargo de matar a Pablo Castro Barrantes, un comerciante de Matina que se dedicaba a la instalación de vidrios.
El 30 de marzo del 2015, con la ayuda de una mujer desconocida que llamó a Castro para una supuesta medición e instalación de vidrios en su casa en Goli de Matina, los acusados lograron su objetivo.
Ese día, esperaron en una motocicleta en el centro de Matina y, al localizar a Castro en su vehículo, junto con su sobrino menor de edad, lo sorprendieron. Pese a la presencia del menor, le dispararon a Castro en la cabeza en varias ocasiones y le causaron la muerte.
Según la Fiscalía, el pago por asesinar a Castro fue de ¢6 millones y su muerte se debió a líos por territorios para la venta de droga.
Por estos homicidios, Diablo fue detenido en agosto del 2015, junto con otros involucrados. Estuvo un año en prisión preventiva, pero fue liberado por orden judicial. Desde entonces, se perdió su rastro.