Era el caluroso verano de 2023 cuando Claudia Steffensen y su marido decidieron hacer una excursión por los Alpes italianos. Eligieron la zona de Valtellina-Orobie, en Lombardía, cerca de la frontera con Suiza, buscando algo de respiro ante las altas temperaturas que asolaban Europa. Mientras él guiaba en el camino de vuelta, Steffensen iba atenta mirando a sus pies para no caer. En un momento dado, pisó una extraña piedra, que parecía más una losa de cemento, y que tenía unas extrañas marcas. Se acercó más y se percató de que aquello parecían unas huellas impresas en la roca. Decidió enviarle la foto a a su amigo Elio Della Ferrera, fotógrafo naturalista, quien tomó algunas fotos y se las envió, a su vez a Cristiano Dal Sasso, paleontólogo del Museo de Historia Natural de Milán. No se imaginaban el gran hallazgo que supondría aquella serendipia. Dal Sasso y sus colegas descubrieron algo sorprendente: los rastros pertenecían a un reptil prehistórico que vivió antes de que los dinosaurios existieran. Es más: la zona entera guardaba señales de un antiguo lago tropical que existió hace unos 280 millones de años y que el barro y los sedimentos primero, y el hielo después, habían tenido oculto durante todo este tiempo, hasta que el cambio climático ha revelado este antiguo ecosistema. Después del descubrimiento de Steffensen en 2023, Della Ferrera y el equipo de investigación fotografiaron y mapearon cientos de huellas fósiles que aparecieron en las paredes verticales del Pizzo del Diavolo di Tenda, Pizzo dell'Omo y Pizzo Rondenino, así como en acumulaciones de derrumbes cercanas de hasta casi 3.000 metros de altitud. Incluso se valieron de un helicóptero para buscar más huellas de este antiguo mundo oculto. En grandes bloques estratificados de varios metros se han identificado huellas en hilera de tetrápodos (reptiles y anfibios) y de invertebrados (insectos y artrópodos), así como de plantas y semillas extintas. La mayoría de estas especies animales y vegetales pertenecen al periodo Pérmico, que se extendió hace 254-299 millones de años, el último de la era Paleozoica. «En esa época, aún no existían los dinosaurios, pero los autores de las huellas más grandes encontradas aquí debían tener dimensiones considerables, de hasta 2 o 3 metros de longitud», explica Dal Sasso en un comunicado . En este sitio se han identificado huellas de al menos cinco especies diferentes de animales (o icnoespecies, ya que se trata de rastros y no de esqueletos), lo que permitirá reconstrucciones paleoecológicas detalladas. Las huellas han aguantado tanto tiempo por el proceso en el que fueron creadas: los animales pisaron los lodos y las arenas de los márgenes de los ríos y lagos prehistóricos al ir a beber en ellos o a refrescarse; en ciertas épocas, estas orillas se secaban, tanto que el Sol las endurecía casi como el cemento y el agua de las nuevas lluvias no podía borrar las marcas. De hecho, el líquido elemento contribuía más bien a todo lo contrario: las protegía al cubrirlas con una fina y nueva capa de arcilla. Fue tan eficaz que incluso se pueden observar millones de años después finos dedos en hilera que muestran cómo un animal pasó por allí, colas que se arrastraron serpenteando por aquellos lodos e incluso marcas de las tripas de aquellos animales prehistóricos que un día, hace 280 millones de años, se acercaron al agua. «La finísima textura de los sedimentos ahora petrificados ha permitido la conservación de detalles sorprendentes, como impresiones de almohadillas y de la piel ventral de algunos animales -explica Lorenzo Marchetti, del Museum für Naturkunde (Berlín) y uno de los investigadores que ha participado en el trabajo, que acaba de hacerse público en una rueda de prensa en el Museo de Historia Natural de Milán-. »La calidad de preservación y biodiversidad fósil observada aquí supera probablemente la de otros yacimientos de la misma época en la región oróbica y bresciana«. El periodo Pérmico terminó con la ' Gran muerte ', la mayor extinción masiva de la que se tiene constancia en la historia: por alguna razón que aún no está del todo clara (se baraja desde la caída de un meteorito al aumento súbito de volcanes erupcionando , pasando por efecto un El Niño extremo , entre otras hipótesis), el mundo se calentó, lo que provocó en un millón de años -un periodo que se puede comparar con un parpadeo en tiempos geológicos- la desaparición de cerca del 90% de todas las especies de la Tierra. Es curioso que las huellas de aquel mundo que se extinguió por el calor extremo está siendo revelado ahora por el cambio climático que vivimos en la actualidad: el calentamiento global ha revelado rastros de otros seres vivos antiguos con el derretimiento del permafrost (la capa siempre helada de nuestro planeta). Sin ir más lejos, en los Alpes italianos se han encontrado a 2.200 metros de altitud huellas de un reptil parecido a un cocodrilo. «El descubrimiento en el valle de Ambria también es un efecto del cambio climático», afirma Doriano Codega, presidente del parque natural de Valtellina Orobie. «Lo excepcional fue la altitud: estos restos se encontraron a niveles muy altos y estaban muy bien conservados. Esta es una zona sujeta a deslizamientos de tierra, por lo que también hubo desprendimientos de rocas que sacaron a la luz estos fósiles. Se trata de un descubrimiento paleontológico muy importante».