Xi Jinping quiere mantener una relación cordial, y hasta buena, con el nuevo Gobierno de Estados Unidos. O por lo menos eso es lo que afirmaba el dirigente chino, que lleva más de una década en el poder, poco después de que se conociese la victoria de Donald Trump en las recientes elecciones estadounidenses. En concreto, en un comunicado en el que remarcaba su intención de dar inicio a «una relación estable, saludable y sostenible» en las relaciones bilaterales «que redunde en beneficio de ambos países» y de la comunidad internacional. Toda una declaración de intenciones. Pero hasta ahí; porque lo esperable para la mayoría de analistas políticos y de negocio es que las tensiones entre las dos grandes potencias...
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