Valore si compensa emplear más tiempo, del que ya exige este producto fetiche del otoño , para disfrutarla. Si quiere comprobarlo, dice la tradición hebraica que en el interior de esta flor hecha fruto existen exactamente 613 granos , como 613 'mitzvá' –mandamientos– tiene su Torá. Para el judaísmo es símbolo de unidad familiar. Dulces, ligeramente ácidos y con toques amargos que la hacen brillar en algunos platos salados, esta suerte de caviar vegetal –basto en boca por sus taninos y astringencia e incómodo de masticar por sus pepitas– es un símbolo desde las civilizaciones más antiguas cargado de esoterismo y leyendas . Estas cuentan que los babilonios las masticaban antes de guerrear. En la Biblia , se utiliza como simil de la fertilidad y de la belleza –en Cantares 4: 3 y 8:2– y en el Corán su arbol forma parte del Paraíso y para el Islam sus frutos limpian el alma de odio y envidias. En el Peloponeso pervive la tradición de romper granadas en el umbral de las puertas de las casas, con el Año Nuevo, para atraer buenos augurios. Sin embargo, en la mitología clásica simboliza la muerte y el castigo por comer la fruta prohibida. Seis granos condenaron a Perséfone a pasar seis meses –los que dura el frío– en el reino de Hades . La condena humana es limpiarla y pelarla. Partida a mitades una cuchara asida por el extremo y unos golpes enérgicos en la corteza exterior dirigidos a un bol acaban con sus granos sueltos. Con zumo de naranja son un postre de los que sacuden la memoria, pero también funciona en una ensalada verde e incluso como contrapunto a salsas saladas como demuestran, por ejemplo, los chiles en nogada mexicanos . Si le interesa más la salud que otra cosa, nadie discute ya sus beneficios antioxidantes: bajo valor energético, antocianos a tope para capturar los radicales libres, punicalagina anticancerígeno y ácido elágico que mejora la calidad del esperma.