Sí, hay que dignificar a la mujer. Ella no descompone nada, pero personas malévolas, perversas, endiosadas, se sirven de ellas para medrar ellos. Vemos cómo, en el paraíso terrenal, la serpiente tentó primero a ella por ser el ser más maravilloso creado por Dios, destinado a ser la madre de su divino Hijo.