A los habitantes de los cantones guanacastecos de Carrillo, Nicoya, Santa Cruz y Nandayure les tomará semanas recuperar la normalidad, luego del reciente temporal que azotó esa provincia con precipitaciones históricas de lluvia.
Cientos de personas continúan en albergues, a la espera de que la maquinaria restablezca el acceso a las comunidades que quedaron incomunicadas. En estos lugares, poco a poco se deposita lastre sobre calles arrasadas por las inundaciones.
Aquellos que han regresado a sus hogares se dedican a desechar muebles, camas, ropa, electrodomésticos, puertas y otros bienes que quedaron inservibles tras ser alcanzados por el agua y el lodo, principalmente en la segunda mitad de la semana pasada.
Según Carlos Martínez Arias, alcalde de Nicoya, todavía no se tiene un panorama completo de los daños, ya que las labores aún se concentran en aspectos de primera respuesta, como la entrega de ayuda humanitaria.
Martínez señaló que todavía no se ha cuantificado el impacto en el empleo, ya que muchas personas de estas regiones trabajan por jornales o de forma ocasional en actividades agrícolas, de construcción, artesanías, hoteles y otros.
Durante los 15 días de lluvias intensas, muchas familias se quedaron sin ingresos y ahora se les ayuda con alimentos, abrigo y bebidas.
En Nicoya se registraron 408 alertas por inundaciones y deslizamientos. Actualmente, los equipos trabajan en la atención de los damnificados y en la evaluación de viviendas, puentes, fincas y caminos.
El Comité Municipal de Emergencias continúa activo, dado que en lugares como Río Zapote, Río Montaña y Buenavista apenas se ha logrado llevar ayuda recientemente debido a los daños en los caminos.
También hay pescadores que no pudieron realizar sus labores y se estima que unas 620 hectáreas de cultivos en ese cantón resultaron afectadas.
En Buenavista de Sámara, el único acceso era un puente colgante que fue arrasado por el río del mismo nombre.
El pasado martes, dos de los cuatro albergues permanecían abiertos en Talolinga y Moracia, poblados pertenecientes al distrito de San Antonio, donde nueve familias esperan una evaluación para determinar si pueden regresar a sus hogares.
Geólogos de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) visitaron la zona, y actualmente se trabaja en la rehabilitación del servicio de agua potable para facilitar el retorno.
Paralelamente, las instituciones gubernamentales desarrollan labores en áreas como salud, asistencia social, agricultura, carreteras y restauración de servicios básicos.
El turismo, que apenas se preparaba para la temporada alta, enfrenta grandes dificultades debido a los daños en caminos, carreteras y el cierre del aeropuerto de Liberia, según indicó el alcalde Carlos Martínez.
El reinicio del curso lectivo también presenta desafíos. Aunque el regreso a las aulas está programado para el lunes 25 de noviembre, varios centros educativos resultaron afectados, mientras otros funcionan como albergues o sus rutas de acceso están dañadas.
En comunidades como Moracia, Gamalotal y San Pablo, los estudiantes deben atravesar zonas gravemente afectadas, ya que desde principios de noviembre, antes del temporal, fue necesario habilitar albergues en lugares como Nosara, donde un dique cedió ante la fuerza del agua.
El alcalde de Nicoya afirmó que la saturación de los suelos sigue siendo elevada y que será necesario que el tiempo continúe mejorando para reducirla, lo cual podría demorar hasta el mes de diciembre.
Martínez estimó que unas 700 familias han recibido ayuda humanitaria. Admitió que no se esperaba un temporal de esta magnitud en la etapa final de la estación lluviosa, lo que ocasionó incluso daños en calles recientemente reparadas.
Por su parte, Mitzy Salazar Morales, vicealcaldesa de Santa Cruz, informó de que todavía hay ocho albergues con 409 personas y que, de las ocho regiones incomunicadas por el cierre de rutas, al menos algunas ya cuentan con paso regulado.
Esto incluye zonas como Bolsón, Ortega, Río Seco y Marbella. Sin embargo, en la ruta 909, que conecta Caimito con Hatillo, en el distrito de Veintisiete de Abril, no hay paso debido al socavamiento del puente, por lo que se trabaja en habilitar una ruta alterna.
La distribución de alimentos prosigue para familias que perdieron sus pertenencias o no pudieron trabajar en comunidades como Río Tabaco, Bejuco, Las Vegas, Río Montaña y Cuajiniquil, donde el acceso por el río Espavelar es complicado debido al alto nivel del agua.
En Bolsón y Ortega se requiere, al menos, de dos semanas sin lluvias para que los niveles de agua desciendan. Actualmente, en esta zona permanecen 110 personas en albergues.
Los servicios de agua potable ya se han restablecido gracias al trabajo de los acueductos rurales y del personal del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA). En el ámbito de la electrificación, Coopeguanacaste atendió de manera eficiente las averías.
En el cantón de Nandayure, también se trabaja en la rehabilitación de rutas y puentes dañados, con el apoyo de la Cruz Roja, Bomberos, Fuerza Pública y voluntarios que colaboran en esta fase de atención a la emergencia.