Sin apenas descanso después del Gran Premio de Países Bajos, los equipos y pilotos de la F1 se enfrentan este fin de semana al duro Autódromo de Monza, Italia, la casa de Ferrari, y donde, desgraciadamente, el español Carlos Sainz disputa su última carrera en este país, delante de los “tifosi”, vestido de rojo, como piloto de la “Scuderia”. El templo de la velocidad, a pesar de tener una silueta aparentemente sencilla, volvió a ser un escenario complicado para todos, porque cualquier despiste, cualquier mínimo error de cálculo significa un accidente grave o una salvada que te deja con el susto en el cuerpo y sin margen de reacción.
Después de lo visto en las sesiones libres, donde nunca se saben las cargas de combustible o el rendimiento de los neumáticos, llegó la hora de la verdad. Y los McLaren volvieron a demostrar que van rápidos en todos los circuitos. Ya sean de carga aerodinámica alta o como en Monza, de muy baja carga y muchísima velocidad punta. Una mala noticia para los Red Bull, cuyo rendimiento cae en cada carrera.
Norris partirá desde la “pole” por delante de su compañero Piastri, Russell y Leclerc. Sainz fue quinto por delante de Hamilton mientras que Verstappen se tuvo que conformar con la séptima plaza y la sensación de que el coche energético anda justo de fuerzas. Y mucho más en un lugar donde la degradación, tras el reasfaltado, puede convertirse en un enemigo inesperado. El vigente campeón quedó a más de medio segundo del primer clasificado, mientras que los seis primeros, los McLaren, Mercedes y Ferrari, se movieron en un margen de apenas una décima y media. Una igualdad increíble que deja muy abierta la carrera para mañana.
Por su parte, Fernando Alonso cayó eliminado en la Q2 por sólo 10 milésimas. Partirá undécimo y al cruzar la línea de meta comentó por radio: “La P11 es mucho mejor de lo que esperábamos”. Su compañero Stroll ni siquiera accedió a la segunda fase.
