¿Qué está ocurriendo en el país para que un jugador de fútbol, sin otra excusa que decir que estaba bajo los efectos del alcohol, agarre a golpes a su esposa, bajo la mirada de un testigo que no se compromete y no interviene?
El abuso físico que muestran las grabaciones y que circulan en redes sociales es indiscutible. Cuesta creer que nadie se haya percatado de estos raptos de ira, que según la agredida eran frecuentes.
El club de fútbol Cienciano acaba de contratar al jugador Christian Cueva. Conocidos los hechos, ha señalado ignorar estos actos violentos y anuncia una investigación de lo ocurrido. Por el momento, el futbolista llegó a Lima con el equipo cusqueño, pero un férreo control policial ha impedido que mantenga contacto con la prensa y se le ha hecho salir por una puerta lateral para evitar preguntas incómodas.
No se trata de ponerse en la ola de la farándula que genera el hecho mediático y que sube y baja como la espuma de los likes. Se debe exigir la célere investigación policial y fiscal porque hay de por medio una mujer agredida y, al parecer, un clima de violencia doméstica. Se demanda que en este caso no se “normalice” lo sucedido y que se investigue y se impongan las sanciones a las que hubiere lugar, sin que importe la condición social o la fama del agresor.
El mensaje a la sociedad debe ser claro y directo. No se agrede a las mujeres bajo ningún concepto. Nunca. No importa el lugar que ocupes en la sociedad, las leyes te alcanzan y tus actos tienen consecuencias. Esa es la moraleja.
