El Gobierno de Nicolás Maduro enfrenta este 28 de julio un proceso electoral para elegir nuevo presidente, en el que mantiene varias ventajas. Si se viera como un espectáculo deportivo, se podría decir que tiene comprado al árbitro, es el dueño de la pelota y encima la cancha está inclinada para perjudicar al rival y favorecer al presidente y actual candidato.
Adicionalmente, los organismos internacionales que suelen participar en procesos electorales y dar crédito sobre la transparencia del acto han anunciado hace meses su alejamiento, básicamente, porque no hay garantías para el ciudadano en general y para los candidatos opositores tampoco.
La participación de María Corina Machado fue vetada por el régimen. Ella fue acusada de cargos que determinaron su inhabilitación por 10 años. Un tribunal electoral abiertamente parcial con el régimen de Maduro la sacó de la carrera electoral.
No obstante, ella ha endosado sus votos al candidato Edmundo González Urrutia, quien ha logrado la hazaña de recorrer el país, pese a las amenazas y a la persecución del régimen contra quienes colaboran con la realización de los mítines. Se ha denunciado el cierre de los hoteles y restaurantes que atienden al candidato opositor en su ruta hacia el 28 de julio.
Ahora, Maduro asegura que si pierde estas elecciones correrá “un baño de sangre” en Venezuela. Mientras más contundente sea la victoria, más garantías de paz vamos a tener, agregó en un mitin realizado en la zona oeste de Caracas.
Junto con Edmundo González y Nicolás Maduro, son 10 los candidatos que participan en estas elecciones el próximo 28. Hay encuestas independientes que colocan a Edmundo González como el ganador, quien supera largamente a Maduro. Las urnas darán el veredicto final el domingo 28. El mundo está atento.
